ABI.- El maestro rural Pedro Castillo fue oficialmente proclamado presidente de Perú, tarea que encarará a partir del 28 de julio. Meses atrás, algunos canales de televisión peruanos no tenían ni su foto de quien asumirá la primera magistratura en el país vecino en base a una propuesta que incluye planteamientos que son familiares para las y los bolivianos: Asamblea Constituyente, nacionalizaciones, mayor presencia del Estado en la economía y reducción de salarios en los altos cargos estatales.
Tras la primera victoria, una imagen empezó a recorrer el mundo: el candidato de Perú Libre, Pedro Castillo, se dirigía a una mesa votación de una zona rural con su sombrero de paja de ala ancha y montado en una yegua, que se puso nerviosa por la aglomeración, informó el periódico argentino Página 12.
La pregunta se hizo inevitable: ¿quién es Pedro Castillo, el candidato que tomó por asalto la escena política de Perú? El propio Castillo pareciera querer responderla con el latiguillo que utiliza para cerrar sus frases: “Palabra de maestro”. Sin embargo, en su biografía hay mucha información útil para empezar a conocer la verdadera dimensión de su figura política, añade el informe.
José Pedro Castillo Terrones nació hace 51 años en Chota, una provincia de la región de Cajamarca, de las más desiguales del país y la mayor productora de oro. Chota es además la cuna de las rondas campesinas, un modelo de organización y autodefensa que adoptaron las comunidades rurales cajamarquinas a mediados de la década del setenta y que luego se expandió al resto del país. El presidente electo se autodefine todavía como “rondero”.
Castillo empezó a trabajar como maestro en 1995; en paralelo, cursó una maestría en Psicología Educativa y comenzó a tener notoriedad pública como dirigente del Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú (SUTEP). En 2002 se postuló sin éxito a la alcaldía de Anguía por el partido Perú Posible; entre 2005 y 2017 integró el comité de Cajamarca de esa agrupación política, cuyo principal referente era el expresidente Alejandro Toledo que llegó a la presidencia envuelto en banderas de un suave centroizquierdismo y terminó adoptando todas las recetas liberales.
Sin embargo, el punto más determinante (y político) de su carrera sindical llegó recién en 2017, cuando lideró la huelga docente contra el presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK), al que cuestionaban por incumplir una promesa electoral de aumento salarial para el sector.
A partir de ese momento, la popularidad de Castillo empezó a crecer con la misma velocidad que caían los presidentes peruanos acusados de corrupción. Entre la salida de PPK y la actual gestión de Francisco Sagasti gobernaron el país Martín Vizcarra y Manuel Merino. La aparición de Castillo como una opción política es un emergente de esa convulsión que sacudió al país, reportó Página 12.
Castillo hizo de su profesión uno de los ejes de su campaña y del lápiz, su símbolo. El maestro, sobre todo en las zonas rurales de Perú, goza de un prestigio y autoridad que supo aprovechar, reportó la BBC.
Otro aspecto que lo distingue y que ha explotado es su origen: la región de Cajamarca, en la sierra norte de Perú.
Es una de las zonas más pobres del país, pese a sus ricos yacimientos minerales, y eso le colocó en un buen lugar para argumentar uno de sus lemas de campaña: “No más pobres en un país rico”.
Por ello anunció plantar cara a las grandes mineras trasnacionales que explotan los suelos peruanos y en campaña dijo que no reactivará los importantes proyectos mineros de Tía María y Conga por cuestiones de medio ambiente y salud, agrega la nota de la BBC.
Castillo también destaca su pasado como rondero, es decir, miembro de las rondas campesinas, que son unas organizaciones comunales de defensa.
Además del sombrero y el caballo, tanto su oficio como su origen le han permitido situarse del lado de los más necesitados y olvidados, especialmente en la pandemia, que ha sido muy destructiva en Perú, el país con mayor tasa de mortalidad per cápita.
Y por ello tiene su base de apoyo en las zonas rurales, a las que se ha dirigido y que esta vez, aunque por un estrecho margen, han impuesto a su candidato frente a la de Lima.
El sur fue su principal fuente de apoyo frente a Lima y la costa norte, más abierta a los mercados y a Fujimori.
De acuerdo con Carlos Meléndez, académico de la Universidad Diego Portales e investigador peruano citado por la BBC, la base principal de apoyo de Castillo está justamente allí, en el pueblo rural y del interior del país.
“Lima y la costa norte son pro establishment y votan por Keiko Fujimori. Y el resto del país, el mundo andino, vota por Castillo”, resumió antes de la elección del 6 de junio.
Entre las propuestas de Castillo se encuentran la Asamblea Constituyente, varias nacionalizaciones, mayor presencia del Estado en la economía y la reducción de salarios de los altos cargos estatales, propuestas ya probadas en Bolivia y que llevaron al país a los primeros lugares de crecimiento económico en la región por varios años.
Un plan de gobierno de Castillo, presentado antes de la segunda vuelta electoral, sostiene que “la Constitución actual prioriza los intereses privados sobre el interés público, el lucro por encima de la vida y la dignidad”.
El objetivo señalado es convocar, mediante un referéndum, a “una Asamblea Constituyente que elabore una nueva constitución” que reconozca expresamente los derechos a la salud, la alimentación y la vivienda, entre otros, reseña la BBC.
También prevé un “rediseño del Estado que garantice la toma de decisiones transparente con participación activa de la ciudadanía” y “practique la planificación estratégica, regule e invierta”.
“Bienvenida la inversión privada, pero con reglas claras. No exploten a nuestros trabajadores”, sostuvo Castillo en el último debate de la campaña por la presidencia.
Muchos recuerdan que el programa de gobierno presentado por Perú Libre para la campaña dice que el Estado debe ser nacionalizador y tiene la misión de revisar, renegociar o anular contratos con empresas transnacionales.
También plantea que 80% de las utilidades que generen queden para el Estado, y el resto quede para las compañías, agrega la agencia noticiosa.
Castillo ha propuesto renegociar contratos con empresas de la minería, un sector que representa casi 60% de las exportaciones en Perú, y eventualmente nacionalizar distintos minerales y el gas.
El presidente electo de Perú también indicó que él solo recibiría el salario de un maestro y que buscaría reducir a la mitad el salario de los congresistas y ministros
Al respecto, el expresidente boliviano, Evo Morales, tuiteó en abril que Castillo tiene “un programa similar” al que él impulsó en Bolivia, con una “revolución democrática y cultural pacífica, defendiendo recursos naturales e impulsando una Asamblea Constituyente, en beneficio del pueblo para que haya justicia social”, reportó la BBC.
PEDRO CASTILLO Y FREDDY MAMANI. LA EDUCACIÓN COMO CAMPO DE LUCHA
Créditos: Lic. Iván Apaza
Ayer sus padres de no tenían derechos a leer y escribir, porque entender los códigos escritos significaban libertad, así la educación era un medio para luchar contra la dominación política de las minorías que administraban el Estado.
Aquellos padres analfabetos tenían razón. Veamos.
Tiene origen “indígena” y es maestro rural. El fin de semana trabaja como cualquier campesino en las labores agrícolas, pisa chuño, trastea la quinua o la avena. Su experiencia está plagada de discriminación y de racialización. No hubo momento en que no era menospreciado con la etiqueta de “profesor rural”. Sin embargo, el estigma pronto se convirtió en motivo de lucha, el menosprecio en amor y consecuentemente en dignificación de su sector. Hablo de Freddy Mamani Laura.
En su contexto social, lo rural y lo urbano eran los límites de lo indio y lo blanco. En tanto menos rural mucho mejor. Y este argumento era la directriz subjetiva de la sociedad boliviana. Mamani se codeaba en sus inicios con estos obstáculos que imponía la estructura social republicana.
En el país vecino la vida no era diferente, aquellos que habían elegido la carrera de la educación, experimentaban las mismas taras racistas. La discriminación a los maestros era común en la vida cotidiana.
También es maestro que sufrió la experiencia de la racialización, un serrano de origen campesino. En medio de un magisterio dividido por el sistema neoliberal, su objetivo revolucionario fue unificar a su sector para conquistar derechos laborales. Impulsado por los ideales como la Patria Grande, supo articular los intereses de los pobres, de aquellos relegados por la historia por varios años.
El Perú de Vargas Llosa era tan colonial que había uno de blancos aristócratas y otro de cholos e indios. Ese Perú mantenía las jerarquías sociales a partir del color de la piel. A diferencia del magisterio boliviano, cuya división descansa en términos de acercamiento al centro de la blanquitud, entre lo urbano y lo rural, el magisterio peruano está sumido en el sistema neoliberal, y la división radica en lo económico colonial.
Castillo y Mamani hicieron del sindicato de defensa un campo de lucha política, de algo sectorial, un proyecto nacional. La educación como práctica de libertad, es para los maestros el medio por el cual concretizan su visión de país y de sociedad.
Ambos conocen el país profundo, de eso no cabe duda. Algunos pueden echarles en cara de incapaces, por la misma mentalidad que se heredó desde la colonia: que los indios no son capaces de administrar el Estado, pero eso es “historieta”.
Aquel sector que era disgregado, estuvo como el ajayu en cada rincón del país, silencioso y solo dejando el rastro de mentes con los medios para salir del analfabetismo. Esos eran los maestros que estaban en las aulas, que conocen de cerca a la sociedad, de rincón a rincón, de vida a vida. Esos son los que han convertido la educación en un campo de lucha.
PEDRO CASTILLO Y FREDDY MAMANI. LA EDUCACIÓN COMO CAMPO DE LUCHA
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