Por E. Raúl Zaffaroni / LA TECLA.- Es necesario poner el máximo de cuidado para evitar que se pongan en ridículo valores fundamentales como la fe en el derecho y en la democracia, porque el ridículo no tiene vuelta, es disolvente. Y justamente, el peligro es que los disfraces y las caretas carnavalescas de democracia y juridicidad permitan poner en ridículo esos valores.
No nos causa ninguna gracia que alguien se atavíe de un modo tan grosero y burlesco, que pueda dar pie a que no sólo los enemigos del respeto al derecho y a la democracia, sino incluso los que no tienen del todo asumidos esos valores, se burlen de nosotros diciéndonos: ¿Esa es la democracia que nos muestras como camino? ¿Ese es tu derecho al que nos recomiendas respetar y cumplir? Y eso no nos causa ninguna gracia, porque fuera de esos caminos sólo está la violencia, que debemos evitar por todos los medios, porque allí está la muerte y las heridas difíciles de cicatrizar.
Pocas veces se ha ridiculizado al derecho y a la democracia como en el discurso ante la ONU de la autoproclamada “presidenta” del caos de no derecho que ejerce el poder de facto en Bolivia, porque ha logrado alcanzar uno de los puntos más altos de la fantasía pintoresca y burda.
Una persona que ejerce el poder por obra y gracia de un golpe de Estado, pretende lanzar un discurso latinoamericano, enseñarnos democracia a todo el continente, instruirnos sobre lo que es el “Estado de Derecho”, cuando está sentada sobre las bayonetas, por cierto que tampoco muy seguras. Nos da lecciones de derecho quien por decreto se atrevió a declarar la impunidad de los homicidios de sus esbirros. Ni Hitler hizo eso, lo hacía y hacía cosas peores, por supuesto, pero no lo firmaba.
Se atreve a invocar “delitos” del gobierno constitucional a los armados por sus jueces nombrados a dedo o amenazados con quemar sus casas, quien autoriza a grupos de civiles armados a amedrentar, quien mete presas mujeres y les hace perder el embarazo, quien contagia a sus presos políticos con el virus.
Esa señora se permite hablar de delitos de lesa humanidad, cuando mandó masacrar a sus conciudadanos, cuando encerró en cárceles a los opositores, cuando está procesando con sus esbirros togados a los candidatos de la oposición. Esa señora que tiene el 4% de los votos y practica el terrorismo de estado se permite imputar de terrorista a Evo Morales, el verdugo llama verdugo a su víctima ¿Qué es esto?
Después de postergar tres veces las elecciones y obligada a llevarlas a cabo por las protestas populares, ahora dice que esas protestas trataron de impedirlas, y unos días antes tuvo que bajar su absurda candidatura, para ver si así logra unirse con todos los “gorilas”, incluyendo a los separatistas racistas, porque de lo contrario pierden las elecciones. ¿A quién se le podría ocurrir impedir las elecciones cuando ella misma reconoce que se las ganan?
Esa señora pretende enseñarnos derecho y democracia decretando desde su puesto de facto que el populismo ha muerto en Latinoamérica y que ahora sí, tenemos mayoría de gobiernos democráticos, que garantizan libertad y recuperaron las verdaderas democracias.
Se quiere vestir con los atuendos de la Revolución de 1952, pero se le escapa el elitismo propio de los “barones” del estaño y de quienes luego traicionaron esa revolución, porque no puede disimular su resentimiento por el pueblo que nunca la votó y habla de “castas populistas”. ¿De qué “castas” habla? ¿Es una casta la mayoría de su pueblo? ¿La considera una “casta de parias”? Sin duda, porque asume su posición “brahamánica”, llama “dictador” a Evo Morales y ofende a todos los dirigentes populares de nuestro continente considerándolos “caudillos con sus castas de parias”, de los que para ella felizmente se ha librado nuestra región.
Para esta señora las mayorías de nuestros pueblos son “parias”, que no comprenden la democracia como ella la entiende: porque los pueblos no entienden qué es “democracia” para quienes con el 4% de los votos y el mandato legislativo vencido, se hacen del poder mediante golpes de estado para entregar el litio a las corporaciones transnacionales. Es que los pueblos colonizados nunca entendieron la bondad de los colonizadores, y por eso los echaron.
Primero nos dice que “comprende” al peronismo, y luego que nuestro gobierno es un populismo “kirchnerista” despreciable, que protege a Evo Morales. ¿Esa señora se olvida que existe el derecho de asilo? ¿Ignora que existe desde tiempos inmemoriales? Por supuesto que su caótico régimen de no derecho no lo conoce, por eso les niega los salvoconductos a los siete de la embajada de México y hasta amenaza la inmunidad de la sede diplomática con sus vándalos armados ante la indiferencia de su policía.
¿Esa señora garantizará las elecciones limpias y transparentes? Posiblemente, como el zorro en el gallinero, porque desde ya descuenta que no habrá suficiente control internacional, porque sabe que tiene de su lado a los que debían controlarla; descuenta que hay un zorro mayor que hará lo posible por proteger cualquier maniobra contra la mayoría.
Hoy está demostrado que no hubo fraude en las elecciones del 2019, pero la señora insiste y afirma que ella sí, desde su posición de facto y sin que nadie la haya votado, garantizará las elecciones limpias. ¿Quién le puede creer eso cuando todos los días procesa a algún candidato de la oposición?
¿Por qué le tiene miedo a la candidatura de Evo Morales a senador? Si tan dictador fue, el pueblo no lo votaría y ella no tendría necesidad de proscribirlo con el ridículo argumento de que no reside en el país, de donde tuvo que salir y no puede volver porque lo matarían.
Si tan dictador fue Evo, no tendría miedo que el MAS gane las elecciones en primera vuelta, porque lo que ella llama “la casta”, es decir, la mayoría del pueblo, no lo votaría.
Pocas veces la democracia ha sido tan ridiculizada como en ese discurso, en que esa señora, cabeza de un régimen de no derecho, sin votos y sin mandato, pretende desde su tambaleante posición de poder basado en la fuerza –no muy segura tampoco- ofender a las mayorías de nuestros pueblos latinoamericanos llamándolos “castas”.
Y para colmo se proclama “cristiana”, como el Sumo Inquisidor echando a Cristo, pero por lo menos, el personaje de Dostoyevski era más serio, menos tragicómico.
Pese a sus grandes esfuerzos por ridiculizar los valores, nuestros pueblos no caerán en la trampa y seguirán confiando en el derecho y en la democracia.
Buenos Aires, 25 de septiembre de 2020
Jeanine Áñez: Cabeza de un régimen de facto, sin votos y sin mandato – Por E. Raúl Zaffaroni
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