Por Silvana Vincenti / EL DEBER.- El martes pasado, Roxana Condori (28) murió a las ocho de la mañana, según los datos proporcionados por sus familiares. Sin embargo, recién el viernes 19 de febrero (DESPUÉS DE 4 DÍAS) tuvieron la posibilidad de recoger el cuerpo y enterrarlo, sin velatorio, debido a que el deceso fue ocasionado por Covid-19, entre varias complicaciones.
Los padres de Roxana denunciaron que en la clínica Orellana, de la ciudad de Montero, retuvieron el cadáver de su hija ante la imposibilidad de pagar los Bs 78 mil que alcanzó la cuenta en la Unidad de Cuidados Intensivos (UTI).
“Mi hija estaba internada en Montero, dicen que tenía anemia y que también estaba mal de los pulmones, ya que tenía un tumor ahí. Nos pidieron Bs 78.000, tenemos los papeles de una casa para dejar en garantía, pero no los aceptaron, pedían el dinero en efectivo”, explicó Miguel Condori, el padre de la difunta, que llegó de Buena Vista, donde vive, junto a su esposa.
Desde su ocupación como albañil, se le complicaba reunir esa cantidad de dinero para dar cristiana sepultura a su descendiente.
Roxana Condori deja en la orfandad a dos niñas, de 6 y 8 años, a quienes su padre abandonó. Al momento del deceso, ella mantenía una relación de dos años con otra pareja, Johnny Vargas. Fue él quien, junto a su progenitor, intentaron dejar en garantía, en la clínica, los papeles de la vivienda familiar.
Las menores quedarán bajo la custodia de su abuelo, Miguel Condori, que tiene cuatro hijos más con él.
Para saldar la cuenta con el establecimiento privado de salud y retirar el cuerpo de Roxana, su pareja, Johnny Vargas, tuvo que entregar, como garantía, la documentación de su casa a un primo de Roxana, quien prestó Bs 35 mil.
Luego de negociaciones, la clínica redujo la deuda a la mitad del monto original, tras dos semanas de internación en cuidados intensivos.
La versión de la clínica
Ante la denuncia de los familiares, de parte de la clínica brindó una respuesta el médico Isaac Orellana.
Según el especialista, la joven mujer llegó en malas condiciones de salud. “Era paciente Covid-19, además tenía cáncer de pulmón y anemia aguda, como si la chica estuviera abandonada. Los papás no sabían si comía, era un drama familiar. Nadie los obligó a llegar a nuestro centro, desde el primer momento que vimos su estado clínico les dijimos que era grave”, indicó.
De acuerdo a Orellana, de una cuenta inicial de Bs 78.000, “para crear facilidades a los parientes de Roxana, les bajaron el total a la mitad, “porque la familia empezó a acusarse de maltrato, etc.”, aseveró.
El médico reconoció que se llevaron el cuerpo con un poco de atraso por el factor económico, pero defendió la versión de la clínica. “El oxígeno no me lo dan gratis, ni los medicamentos; los profesionales que trabajan conmigo no ganan como los que no trabajan con Covid-19. Les dimos todas las facilidades para llevarse el cuerpo y además les dejamos en claro todo eso antes de que ella ingresara, no tengo nada que ocultar”, aseguró Orellana.
También resaltó que la clínica nunca negó atención ni exigió garantía económica. “Si golpean la clínica desesperadamente, como médico tengo que salvar la vida, y eso fue lo que hicimos”, aclaró.
Orellana dijo que Roxana llegó en tal condición, que requería dos unidades de sangre, y que la familia no contaba con el dinero “ni para eso”. Y que, sin embargo, la clínica les facilitó la sangre. “Nosotros no hacemos como otras clínicas que piden un monto de dinero como garantía para que ingresen. Esa chica tenía un montón de problemas sociales, hasta de maltrato familiar”, cuestionó.
Peregrinó antes
Roxana empezó a ponerse mal y necesitar internación desde el 22 de enero. Estaba viviendo en Chimoré, donde inicialmente fue ingresada.
Según su padre, después fue derivada a Yapacaní, al centro médico del kilómetro 6; de ahí la llevaron al hospital de Buena Vista y, por último, la mandaron a Montero, donde pasó por el hospital de Montero, y luego por la clínica Orellana, donde finalmente falleció.
Miguel Condori dijo que, en la desesperación porque en el hospital de Montero no le daban ni una tableta, la sacaron y la llevaron a la clínica para salvarla, pero no se pudo. Lamentó no haber tenido la oportunidad de velar a su hija, según él porque ya estaba empezando a descomponerse cuando se la entregaron, y según la clínica, no era factible porque el Covid-19 estuvo entre las causas de su deceso.
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