A la presentación del estudio de intención de voto antecedía en el país un eje discursivo en extremo violento. La creencia de que la degradación del adversario político termina por reducir sus perspectivas electorales enfrentaba su prueba de validación. El conjunto de medios nacionales habló inagotablemente sobre las encuestas. Sin embargo, los estados de ánimo fueron la voz que mejor retrató a cada uno de los interesados.
En el absolutismo negacionista, no parece ser más ingenioso quien mejor contradice su realidad. El siempre exaltado Ministro de Gobierno, que mantiene una presencia sostenida en las redes sociales, no hizo una sola mención a las encuestas, eso después de decir meses antes que “si las elecciones son este domingo, Jeanine les gana a todos”. El líder de Creemos se mantuvo en silencio absoluto, sin valorar de pronto, que el resultado que le otorga la encuesta tiene un valor excepcional en el proyecto de sustitución de poder que él está generando en Santa Cruz. Libre 21 desestimó las encuestas que los sitúa marginalmente en el proceso electoral. Comunidad Ciudadana a través de su candidato tampoco hizo alusiones al estudio de intención de voto. Sin embargo, ante la crítica y a consecuencia de los resultados, buscó retomar la iniciativa: propuso un debate con Luis Arce y busca atribuirse el haber “frenado y sacado” a Evo Morales del poder. En el MAS las pulsaciones fueron intermitentes, la distribución del voto les viene bien, pero la segunda vuelta es una sombra que no los abandona.
Las encuestas han desacomodado el humor político en el país, lo que no imposibilita anotar algunos elementos conclusivos que refieren a la posibilidad de una segunda vuelta y la aparición nuevamente del voto útil. El sufragio es un acto personalísimo que contiene significados culturales, pero también hábitos, preferencias, identidades, filiaciones y fobias políticas. Un conjunto de elementos que, en el momento electoral, deben ser complementados con factores determinantes de base política territorial y estructuras partidarias e institucionales extendidas.
La segunda vuelta está anexada al voto útil. Requiere centralizar el sufragio en quien va segundo en la preferencia electoral. Esto le confiere una naturaleza de voto blando y volátil, lo cual impide certeza en las proyecciones. Se agrega a esto, la naturaleza y caracterizaciones propias del clivaje instalado, que multiplica la presencia de voto duro y fidelizado diluyendo el voto útil. Sería un error pensar que la actual elección es una segunda versión de lo ocurrido en octubre de 2020. Los actores son otros, la polaridad social es ya una grieta insondable y los factores de poder tienen hoy una titularidad contraria. La encuesta así, deja percibir que el escenario electoral está señalado por la confrontación del voto dual, donde contienden la unipolaridad del “voto corporativo” y la multipolaridad del “voto de ira”.
Jorge Richter es politólogo.
https://www.la-razon.com/voces/2020/09/13/encuestas-y-paranoia-extrema/
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