¿Qué pesará en el voto de los bolivianos?, por Rubén Atahuichi

La Razón.- A 18 días de las elecciones generales, muchos bolivianos comienzan a sopesar su decisión respecto de los, ahora, siete candidatos presidenciales. Los 10 meses del gobierno transitorio de Jeanine Áñez son suficiente prueba para decidir o no la continuidad de un gobierno así, como los “14 años” en comparación al régimen actual o la búsqueda de una tercera opción.

Más allá de los sentimientos políticos, lo cierto es que el país sufre un inminente declive económico, una dramática ruptura social y una lamentable división política, que no bastará con la institución de un gobierno legítimo en las elecciones del 18 de octubre o la segunda vuelta del 29 de noviembre.

El gobierno que viene tendrá una tarea complicada de recomponer el estado de cosas actual. Necesitará mucha sabiduría política, capacidad de gestión y, sobre todo, sensatez y madurez para la reconciliación nacional.

Seguro que no todos los candidatos y fuerzas políticas tienen opciones de conseguir su propósito de llegar al poder. A juzgar por las encuestas, que suelen ser falibles, solo Luis Arce, Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho tienen posibilidades; los demás están para contentarse con uno y otro escaño en la Asamblea Legislativa o salvar la sigla.

Uno a uno, los aspirantes sabrán aprovechar sus ventajas o corregir sus defectos. De los electores, no hay que dudar su decisión.

Arce tiene la “cualidad” de haber gestionado la economía del país en los años de la mayor bonanza del país, que es su mayor capital, pero nunca fue un líder en el Movimiento Al Socialismo (MAS); su elección fue resultado del rezago partidario de construir liderazgos nacionales, esto ante el peso de Evo Morales.

Aunque con un nicho electoral más fuerte respecto de los otros candidatos y la fuerza política del MAS, Arce carga el desgaste de su partido, los “14 años” que desahucian con entusiasmo sus detractores y los antecedentes negativos de Morales, en escrutinio permanente en los medios y las redes sociales.

Mesa, que porfió a Morales en las elecciones anuladas de 2019, se ha convertido en el detractor más fuerte del MAS. A pesar de instalarse en el imaginario electoral, tiene un pasado de vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada que no le ayuda (aquél renunció luego de la Masacre de Octubre), como su perfil de dimisionario cuando tuvo la oportunidad de terminar el periodo presidencial de su antecesor y su papel fundamental en la institución del gobierno transitorio de Áñez, a quien apoyó y luego la desahució cuando se convirtió en directa y ocasional rival electoral.

La desacreditación del régimen actual puede restarle posibilidades electorales.

En tercera línea, pero con opciones de subir más, Luis Fernando Camacho es otra opción a sopesar. Fue clave en la caída de Morales en 2019; su capacidad de convocatoria lo hizo líder interesante. Invocó a las Fuerzas Armadas para sus propósitos y se alió con la Policía Boliviana cuando irrumpió en la arena política, por eso Chi Hyun Chung lo considera “golpista”, que indujo la renuncia de Morales.

De jurar por Dios que no iba a ser candidato, tiene el antecedente de haber pagado la inacción de los militares en la crisis de 2019 y, para ser aspirante presidencial, haber negociado oficinas del Gobierno transitorio y, para mal de males, haber grabado con fines oscuros a quien ahora es su acompañante de fórmula.

A pesar de haber conquistado el apoyo de Santa Cruz y habérselo despojado a Mesa, un eventual respaldo nacional tropieza con su actitud fascista, conservadora y fundamentalista de la religión y la “familia natural”.

Y en esta definición del voto, Áñez también tendrá su peso, por su permanencia en la papeleta electoral y, para mal de unos, por su otrora afinidad política con Mesa y Camacho, y su desastrosa gestión transitoria.

Rubén Atahuichi es periodista

https://www.la-razon.com/voces/2020/09/30/que-pesara-en-el-voto-de-los-bolivianos/