Pero el reclamo demócrata tiene su antecedente inmediato. El miércoles 16 de septiembre, la Organización de Estados Americanos (OEA) anunció que “por invitación del Gobierno de Bolivia” desplegará su Misión de Observación Electoral (MOE) para las elecciones del 18 de octubre. Esto es de rutina. Lo llamativo vino luego: “La misión será encabezada por el excanciller de Costa Rica Manuel González”. (Comunicado de prensa del organismo regional). El mismo jefe de misión que tras las elecciones del 20 de octubre de 2019 instalara la noción del “cambio inexplicable” de la tendencia del cómputo de votos preliminar, lo que luego dio pie a alimentar la idea del fraude electoral.
Apenas seis días después del anuncio de la OEA, 28 congresistas estadounidenses, encabezados por el senador Bernard Sanders, enviaron una carta al secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, instándole a que utilice “los recursos diplomáticos del Departamento de Estado para buscar de inmediato una revisión completa e independiente de las declaraciones e informes de la OEA sobre las elecciones de 2019 en Bolivia”.
Sin duda se trata de una reacción de los legisladores demócratas al anuncio de la OEA del 16: “A la luz del hecho de que la OEA ha sido invitada a monitorear las próximas elecciones presidenciales de Bolivia, es particularmente preocupante que el secretario (Luis) Almagro y sus colegas continúen evitando respuestas por las declaraciones y acciones que puedan haber contribuido a la erosión de la democracia y los derechos humanos en Bolivia”.
ACUSACIÓN
Aún más: de la duda y pedido de explicación, a punto seguido los legisladores pasan a la directa acusación: “El Congreso de los Estados Unidos aporta con la mayor parte del presupuesto de la OEA. Por lo tanto, tenemos la responsabilidad de garantizar que los dólares de los contribuyentes estadounidenses se utilicen para respaldar organizaciones que funcionan de manera transparente y que defienden las normas democráticas en lugar de socavarlas”.
Para rematar en una propuesta de inmediata reforma de las misiones electorales del organismo continental: “Nuestro gobierno debe trabajar con otros miembros de la OEA para asegurar que se tomen medidas correctivas para asegurar que las futuras misiones de observación electoral de la OEA desempeñen sus funciones de manera independiente, imparcial y profesional”.
Ahora, el reclamo de los congresistas demócratas del martes 22, con todo, no es nuevo. El lunes 25 de noviembre, según registró la agencia de noticias EFE, también en una carta, pero esta vez dirigida a la Misión de Observación Electoral misma dirigida por González, los congresistas demócratas Jan Schakowsky, Jared Huffman, Bobby L. Rush y Jesús García cuestionaron los pronunciamientos que éste hizo a propósito de la elección del 20 de octubre de 2019.
La MOE de la OEA, critican los congresistas, se pronunció en sentido del “cambio drástico y difícil de explicar” antes de que los votos hubieran terminado de ser contados; lo hizo sobre resultados preliminares: “después de una interrupción en el informe de los resultados preliminares”, destacaron en esa oportunidad los congresistas estadounidenses.
Pero incluso en vista del “cambio drástico” de marras, los legisladores en ese tiempo ya descreían de la tesis estadística de la OEA: El cambio drástico e inexplicable “fue repetido por la OEA y en cientos de importantes informes de los medios y se convirtió en la base para las acusaciones de fraude. Sin embargo, los datos muestran que este cambio no fue drástico ni difícil de explicar. Esperamos que la OEA ayudará a aclarar estos asuntos respondiendo a algunas preguntas básicas presentadas por los miembros del Congreso de EE.UU”, destaca la agencia EFE de la carta enviada al jefe de la MOE, el excanciller Manuel González.
Ahora, ¿qué demandaron en noviembre y qué demandan ahora los congresistas demócratas? Simplemente la auditoría de la auditoría. Toda vez que organismos académicos de seguimiento electoral, como el Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR, por sus siglas en inglés), el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), “contratistas” del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), las universidades de Pennsylvania y de Tulane, e importantes medios de comunicación estadounidenses, como The Washington Post o The New York Times, desde distintas perspectivas pusieron en duda la tesis del “cambio inexplicable”, por basarse en “un análisis estadístico aparentemente defectuoso”, los congresistas deploran que la OEA por única respuesta hasta ahora haya tenido la descalificación y la negación: “El secretario general de la OEA, Luis Almagro, se ha involucrado en ataques ad hominemcontra sus autores [que los argumentos de estos autores son falsos solo porque provienen de ellos], así como en un ataque a los informes del New York Times, sugiriendo que es un proveedor de noticias falsas. La OEA también se ha negado a responder preguntas básicas de investigadores, medios de comunicación o miembros del Congreso sobre sus comunicados de prensa, los datos que utilizó o cómo llegó a sus conclusiones”, señala la carta, poniendo en cuestión la transparencia del organismo regional.
RECUENTO
He aquí un breve recuento de “las claves sobre las fallas del informe de la OEA sobre Bolivia” elaborado por la cadena Telesur en junio.
– La OEA, en lo fundamental concluyó que en la elección de octubre de 2019 hubo “operaciones dolosas” que alteraron “la voluntad expresada en las urnas”.
– El primer organismo que dio la alerta sobre los procedimientos de la OEA fue el el Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR, por sus siglas en inglés) el 10 de noviembre de 2019, justo el día de la renuncia de Evo Morales. La Misión electoral de la OEA, dice, no proporcionó evidencia sustentando las declaraciones realizadas el 21 de octubre de 2019, cuando habló del inesperado y drástico cambio difícil de explicar. Aquí ya se señalaba que la evolución del conteo rápido era “consistente con una proyección del resultado final” que daba a Morales como ganador con el 10% de distancia con respecto al segundo, Carlos Mesa.
– Luego, el 27 de febrero el Washington Post publicó el artículo ¿Did Evo Morales win? [¿Ganó Evo Morales?] escrito por los investigadores John Curiel y Jack R. Williams, investigadores del Laboratorio de Ciencia y Datos Electorales del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), Estados Unidos. Contratados por el CEPR para estudiar el caso, publicaron sus conclusiones en este periódico. Allí afirman que “Como especialistas en integridad electoral, encontramos que la evidencia estadística no respalda el reclamo de fraude en las elecciones de octubre”.
– El 12 de junio, el CEPR vuelve a la carga, esta vez con la publicación en español de su informe sobre el informe final de la OEA sobre las elecciones de 2019 en Bolivia. Allí señala: “Encontramos que la OEA cometió graves faltas metodológicas, ocultó información y tergiversó irregularidades inocuas para sustentar declaraciones anteriores”. El CEPR señaló además, apunta Telesur, que la OEA omitió mencionar que las actas con irregularidades inocuas tenían una votación estadísticamente equivalente al de las actas contiguas sin irregularidades, y que enterró u ocultó por completo los resultados de sus ejercicios de verificación de la coincidencia de las actas del conteo preliminar con las del conteo definitivo. Existe una carta firmada por más de 100 economistas y estadísticos que sostienen la misma conclusión: La OEA no demostró que hubo fraude en el conteo de los últimos votos de la elección presidencial del 20 de octubre.
– El artículo que coronó la serie de observaciones a la auditoría de la OEA fue el publicado el 25 de agosto por el CEPR, cuando dijo que “un gran error de codificación revela otra falla garrafal en el análisis de la OEA sobre las elecciones bolivianas en 2019”. “El error fue revelado la semana pasada después de que Irfan Nooruddin, un politólogo de la Universidad de Georgetown en Washington, DC a quien la OEA había contratado para analizar los resultados de las elecciones, publicara sus datos por primera vez. El economista del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR), David Rosnick, identificó que en los datos de Nooruddin las marcas de tiempo estaban ordenadas alfanuméricamente, en lugar de cronológicamente. Éste fue un error vital para el análisis de la OEA, ya que sus alegaciones de un ‘cambio drástico y difícil de justificar en la tendencia de los resultados preliminares’ dependían de la cronología de cuándo se informaron los votos. En su informe final de auditoría sobre las elecciones, la OEA indicó que las tendencias observadas en el conteo rápido inicial también podían apreciarse en el conteo oficial; cuando esta conclusión está basada en marcas de tiempo ordenadas incorrectamente”. “La OEA no tenía una cronología real del conteo de votos de Bolivia, a pesar de que hizo acusaciones sobre un cambio en la tendencia de los votos a lo largo del tiempo que sugería la existencia de un fraude”, dijo Rosnick entonces.
En reacción a la última carta de los congresistas estadounidenses, el secretario general Luis Almagro, el 24 de septiembre, solo prefirió responder mediante un tuit de contraataque: “Esparcir la ignorancia sobre temas de Latinoamérica no ayuda a la región”. También hizo referencia al comunicado de junio en el que la Secretaría General denuncia “una maliciosa campaña de desinformación contra la OEA, con evidentes objetivos políticos”.
RENDICIÓN
Pero es el senador demócrata Sanders quien lo dice más claro. Tras el rol de la OEA en las elecciones del 20 de octubre de 2019 en Bolivia, y la serie de cuestionamientos que se le hizo luego, lo que se exige es una rendición de cuentas. Según registra la agencia AFP, tras la publicación de la carta demócrata, Sanders escribió en Twitter que la OEA —financiada por Estados Unidos— afirmó “falsamente que las elecciones del año pasado en Bolivia habían sido ‘fraudulentas’”. “Después vino un golpe militar y represión. Necesitamos una rendición de cuentas AHORA para asegurar elecciones libres y justas en Bolivia el próximo mes”, dijo Sanders en relación a la elección del 18 de octubre.
El secretario Almagro respondió en inglés: “La próxima vez mencione la falsificación de firmas de funcionarios electorales, la falsificación de actas, los votos emitidos por personas muertas”.
Ya en el país, quienes más pronto reaccionaron fueron personeros del Gobierno transitorio.
En su peculiar estilo, el viceministro de de Seguridad Ciudadana, Wilson Santamaría, se apenó de que los congresistas de Estados Unidos anden perdidos sobre lo que ocurre en el país: “Lamentamos mucho que el senador Bernie Sanders y los congresistas estén extraviados respecto a la realidad boliviana y que no conozcan lo que ocurrió en el país, y de que no se hayan interiorizado de que hubo gente que murió defendiendo la democracia boliviana”, dijo enfático.
Se trata de un problema de pura desinformación, según el viceministro; por eso adelantó que si es necesario, a través de la Cancillería, se enviará la información correspondiente sobre este tema. “Hay una intención de promover una campaña de desinformación desde Argentina”, aseguró luego la autoridad. Una campaña que está apoyada por la alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y dirigentes de izquierda que buscan distorsionar la realidad, en favor del expresidente Evo Morales, según registró la agencia estatal ABI.
Otra llamativa respuesta es la dada por el viceministro de Transparencia Institucional, Guido Melgar, que afirmó que “la prueba más clara” de que hubo fraude electoral el 20 de octubre de 2019 ya no es el dato estadístico, sino la reacción política de la mayoría masista en la Asamblea.
“El informe de la OEA es contundente y está respaldado con pruebas fehacientes, y la prueba más clara de que sí hubo fraude es que la Asamblea, compuesta por dos tercios del MAS, anuló las elecciones mediante una ley y convocó a nuevos comicios”, afirmó el viceministro.
Lo cierto es que “el caso boliviano” al parecer está terminando de socavar el prestigio de la OEA. Y lo recuerdan los propios congresistas estadounidenses.
En febrero de este año, el Gobierno de México, apoyado por otros gobiernos de la región, hizo un llamado al Secretario General de la OEA a que autorice una revisión independiente del análisis electoral efectuado por el organismo de las elecciones en Bolivia en 2019, así como hacer una evaluación de la violación de derechos humanos que habría sido causada por afirmaciones erróneas que hubiera emitido la OEA sobre dichas elecciones. Este pedido todavía no habría tenido respuesta por parte del secretario general Almagro. Aún es, como se dice, una cuestión pendiente.
(*) Iván Bustillos es periodista de La Razón
https://www.la-razon.com/politico/2020/09/30/se-erosiona-la-credibilidad-de-la-oea/
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