La Paz.- El expresidente de Bolivia y actual jefe nacional del gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS), Evo Morales, denunció que el excanciller del dictador sanguinario de Chile, Augusto Pinochet, Teodoro Ribera Neumán, asumió defensa de la expresidenta de facto Jeanine Añez, responsable de masacres y robos al Estado entre 2019 y 2020, a través de un artículo publicado en el diario paceño ultraopositor y de tendencia prochilena, Página Siete.
La acusación de Morales, fue transmitida a través de su cuenta en twitter:
“El excanciller de la derecha pinochetista (Teodoro Ribera Neumán) atenta contra la soberanía de Bolivia con mentiras en un diario prochileno de La Paz (Página Siete de la familia Grafulic) para defender al gobierno de facto que masacró a nuestros hermanos en Senkata y Sacaba. La extrema derecha chilena no tiene moral para hablar de justicia. A esta campaña de desestabilización se suma la desesperación de un presidente derechista (Bolsonaro de Brasil) que insiste en ofrecer asilo a la golpista (Añez) por temor a que la justicia confirme su complicidad en el atentado contra nuestra democracia. Bolivia fue víctima de un Plan Cóndor del Siglo XXI”, escribió.
Aquí el artículo mencionado por Evo:
Justicia para Jeanine Áñez
https://www.paginasiete.bo/opinion/columnistas/justicia-para-jeanine-anez-MX3022781
Un referéndum realizado el año 2016 rechazó la intención de Evo Morales de repostularse por cuarta vez a la presidencia de Bolivia, pero 12 meses después, una atropelladora sentencia del Tribunal Constitucional Plurinacional torció la voluntad popular y, desconociendo la expresa prohibición constitucional, habilitó su reelección.
Ensombrecida por una serie de irregularidades, la elección presidencial de 2019 dio lugar a semanas de convulsión social en Bolivia, las que unidas a la presión nacional e internacional impidieron la concreción de un fraude. En este vacío político, la entonces senadora Jeanine Áñez Chávez asumió la presidencia constitucional de su país, lo que luego fue ratificado por el Tribunal Constitucional respectivo.
Áñez asumió el interinato durante un año y en noviembre de 2020 entregó el poder a Luis Arce, ganador de las elecciones presidenciales y ex ministro de Economía de Evo Morales. Confiando en el gobierno y justicia boliviana, la ex presidenta decidió permanecer en su país. Hace unos meses fue encarcelada, y días atrás sentenciada a diez años de prisión por los delitos de incumplimiento de deberes y resoluciones contrarias a la Constitución.
La ONU, el Parlamento de la UE, el Comité contra la Tortura dependiente de la ONU y distintas democracias occidentales no tardaron en señalar que el proceso contra Áñez acusó fallas graves, contra el principio de legalidad, el debido proceso, entre otros. En las últimas semanas, un grupo de ex Presidentes de la República de la región formularon también sus críticas, mientras que otros gobiernos, proclives ideológicamente a Morales, han guardado silencio.
Jeanine Áñez lleva presa más de un año en condiciones materiales y humanitarias graves e inhumanas, y las autoridades bolivianas han rechazado solicitudes para enmendar las mismas. Más que hacer justicia, se busca a través de ella atemorizar a la oposición y a la sociedad civil. Así, el proceso contra Áñez demuestra una erosión gradual y sigilosa de las instituciones democráticas en Bolivia y un uso autoritario de los mecanismos legales. A pesar de los positivos augurios que anunciaba la presidencia de Luis Arce, el caso Áñez devuelve la mirada hacia atrás y dificulta la confianza internacional en la institucionalidad boliviana.
Habiendo Chile y otros Estados reconocido a Jeanine Áñez como legítima mandataria, es esperable representar nuestra profunda preocupación por su salud y detención. Para nuestro país no puede ser indiferente que en nuestro entorno se respeten o no los derechos humanos.
Hoy vivimos tiempos complejos donde en Bolivia aumenta la pobreza, la inestabilidad institucional y, en lo que nos afecta como país, la vulnerabilidad institucional en nuestra frontera común, que suma más de 860 kilómetros, presionada por el contrabando, el tráfico ilegal de estupefacientes y la migración ilegal.
No podemos dejar a un lado y fuera de los temas regionales este caso de encarcelamiento injusto de una ex presidenta reconocida por la comunidad internacional. Debemos, como país democrático, apoyar cualquier acción que permita enmendar esta injusticia, de manera prudente, pero firme.
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