El dedo de Jeanine

Por José Luis Exeni/ LA RAZON.- En su briosa declaración en el ámbito del juicio Golpe de Estado II, la exsenadora/expresidenta Jeanine Áñez hizo una importante revelación (auto)exculpatoria: “no he movido un dedo”. Expresaba así el núcleo de su defensa: asumió la Presidencia porque “le tocaba”, casi obligada. Claro que para diseñar/operar su veloz autoproclamación concurrieron muchos dedos: políticos, cívicos, eclesiales, militares, policiales, diplomáticos, mediáticos… y los de ella misma.

El 10 de noviembre de 2019, poco después de las renuncias de Morales y García Linera, se movió el primer dedo con sello de Unitel. Áñez se puso en la línea de sucesión: “Me toca asumir” (la Presidencia). Y subrayó el procedimiento: “Primero tengo que convocar a la Asamblea para considerar las renuncias. En ese sentido, viene la sucesión constitucional, así lo establece la propia Constitución”. Lo ratificó con lágrimas al día siguiente, temprano antes de su vuelo desde Trinidad.

Al mismo tiempo, se activó la primera reunión en la UCB. Según la memoria de los obispos, allí se movieron los dedos de cinco miembros de la Conferencia Episcopal, cuatro embajadores, un representante de los cívicos y otro del Conade y uno de CC. Se trazó el llamado “Plan B” y se lo preguntaron a Jeanine mediante llamada telefónica. ¿Estaría dispuesta a asumir? “Aquí estoy”, respondió. Los siguientes días hubo otras dos reuniones con más políticos (incluidas tres masistas).

El 11 de noviembre, ya estaba en curso el operativo a cargo de dedos militarespoliciales: recibieron a Áñez en helicóptero, la llevaron al Colegio Militar, “le mandaron decir” que debía reunirse con Camacho, la trasladaron a la Academia de Policías, donde la esperaban Murillo y Ortiz. En la tarde, la llevaron a la Asamblea. “Voy a asumir primeramente la Presidencia del Senado”, anunció llorosa. En la noche, los dedos de Tuto operaron con la FAB la salida del fugitivo Evo. Y luego el comunicado del TCP.

Hasta aquí, en efecto, casi un objeto, Jeanine no movió un dedo. Pero el 12 de noviembre los movió todos para “instrumentalizar las normas” (sic) y ejecutar el Plan B: autoproclamación ipso facto. Se descartaban así los planes A: sucesión constitucional y C: junta cívico-militar. Sin cuórum, sin admitir las renuncias, sin votación, sin debate, Áñez se nombró Presidenta del Senado en 37 segundos y luego se proclamó Presidenta de la República en 269 segundos.

Ya en Palacio, Biblia en mano, Jeanine prometió pacificar el país y elecciones el 22 de enero. Lo primero que hicieron sus dedos y los de 11 ministros fue promulgar el decreto que amparó las masacres de Sacaba y Senkata. Y, en enero, no hubo elecciones, sino el anuncio de su candidatura. Dedos.

FadoCracia carajeadora

1. “Dónde estaban ustedes, carajo, cuando nos estaban humillando”, increpó la alcaldesa Eva a unos vecinos que reclamaban obras. Varios hombrecitos, como el latas Santos, salieron a insultarla. 2. El carajear como arma político-discursiva no es nuevo. Carlos Diego, sin ruborizarse, lo usó en su campaña: “No tenemos miedo, ¡carajo!”. 3. También lo hizo el fallido candidato Waldo: “No me bajo. Uno actúa pensando en la población y a estos carajos les vale un pepino la salud”. Luego el carajo se bajó nomás. 4. El carajear también puede ser ofensivo, a lo Marco Antonio: “Nuestro pariente Camacho les ha hecho leer la Biblia a los herejes, carajo”. O defensivo, como Jhonny, el gobernador ambulancia fantasma: “No me importa, carajo, lo que digan los medios”. 5. Sin duda, el más célebre fue Samuel, hacedor de memes, en su video autobiográfico: “Carajo, no me puedo morir”. 6. Y así: “No estás solo, carajo”; “Que renuncie, carajo”; “La Wiphala se respeta, carajo”. 7. Yo me quedo con el grito en las marchas: “¡Cuándo, carajo! ¡Ahora, carajo!”. Sin carajear no hay democracia, carajo.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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