Por Sebastián Ochoa / SPUTNIK.- El presidente de Bolivia, Luis Arce, estima que la economía del país crecerá por encima de lo que pronostica el Banco Mundial para este 2022. Sputnik consultó sobre este tema a economistas, quienes optaron por mantener la cautela ante el optimismo gubernamental.
Según proyecciones del Banco Mundial (BM), en 2022 la economía de Bolivia crecerá en un 3,5%. Para el presidente Luis Arce, este pronóstico se quedó corto. Y afirmó que en este año el Producto Interno Bruto (PIB) del país aumentará en “más de un 5%”. ¿Cuál de estas proyecciones se ajusta más con la realidad?
En diciembre de 2021, el ministro de Economía, Marcelo Montenegro, comentó en una entrevista a Sputnik sobre los avances y logros alcanzados por el Gobierno nacional en un año de gestión.
Indicó que para 2022 se espera un crecimiento de la economía del 5,1%. Con la finalidad de que la circulación monetaria no se estanque, el presupuesto general —que es de 235.000 millones de Bs (34.000 millones de dólares)— destinará el 16,6% —unos 39.000 millones de Bs (5.365 millones de dólares)— al financiamiento de obras públicas.
La mirada del Banco Mundial
A mediados de enero pasado, el BM publicó su informe “Perspectivas económicas mundiales”, en el cual pronosticó para este año un crecimiento del 3,5%. Para 2023, esta cifra se reduciría al 2,7%, según sus previsiones.
Según este organismo internacional, la factibilidad de sus números dependerá de algunas variables externas a la capacidad administrativa demostrada por los Gobiernos de la región.
“La durabilidad de la recuperación económica en América Latina y el Caribe, como en otros lugares, depende de que se controle la pandemia”, dice el informe.
“Los brotes de COVID-19, incluidos los ocasionados por nuevas variantes del virus, siguen constituyendo un riesgo a la baja incluso en países con altas tasas de vacunación”, agrega el documento.
Sumado a ello, está la cuestión del clima. Este año atraviesa a Bolivia, así como a la región, la corriente de La Niña, caracterizada por mayores lluvias, que desde diciembre afectan a las cosechas de las cuales dependen miles de familias campesinas.
“Las perturbaciones económicas relacionadas con eventos meteorológicos extremos, en parte vinculados al cambio climático, y otros desastres naturales, representan un riesgo significativo no solo para las perspectivas de crecimiento regional, sino también para la integridad y los medios de subsistencia de las personas que viven en la región”, alerta el informe del BM.
La ventaja de la baja inflación
En 2021, la inflación en Bolivia fue del 1%, la más baja de Sudamérica. En este aspecto, el economista Christian Aramayo Arce dijo a Sputnik que —a diferencia del contexto global— “Bolivia no tiene tasas importantes de inflación, por ello la tasa de crecimiento no va a ser afectada por el efecto de los precios, que está habiendo a nivel mundial”, propiciados por los desajustes en la producción que ocasionó la pandemia de COVID-19.
El crecimiento de la inflación en varios países se debería, además, “a la cantidad de dinero impreso a nivel mundial para la reactivación económica”, fenómeno del cual Bolivia se pudo mantener aparte.
Durante 2020, cuando gobernó la autoproclamada expresidenta Jeanine Áñez (2019-2020), el PIB del país cayó un 12,5%, según el Ministerio de Economía. Aunque el crecimiento en 2021 ronda el 5%, aún falta para alcanzar los niveles previos a la pandemia.
“Hay casos como Chile, o Paraguay, que ya han recuperado sus niveles de crecimiento, incluso han logrado superar niveles de crecimiento previos a la pandemia. Van a un ritmo de pospandemia”, graficó Aramayo.
Perspectivas para 2022
El Gobierno nacional postula la industrialización a través de la sustitución de importaciones. “Por ello, el Estado asume un rol muy importante en la economía. Para generar un impacto más grande, va a haber una intensificación en la obra pública”, dijo Aramayo.
En este sentido, “la construcción va a ser la que más jale el crecimiento, por la incidencia en mano de obra: la subcontratación de pintores, empresas de otras industrias que proveen materiales e insumos”.
Para este economista, graduado en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM), de Santa Cruz de la Sierra (este) la construcción no es suficiente para mantener una economía pujante.
“El modelo en sí mismo carece de sostenibilidad financiera, porque ya el país cuenta con problemas muy serios de déficit fiscal. No hay de donde pueda sacar el Gobierno recursos para financiar estos programas con que busca reactivar la economía”, sostuvo.
Según Aramayo, el Gobierno tendría tres fuentes posibles de financiamiento: “Mayor tributación, es decir una suba de impuestos y aranceles. O tomar deuda externa, a la cual Bolivia no tiene tanto acceso como tuvo tiempo atrás, porque sus condiciones económicas no son las mismas”.
Una tercera opción, aprovechando la baja tasa de inflación, “sería la emisión de más moneda. Pero este sería el peor escenario, porque implicaría tener tasas de inflación que afecten al tipo de cambio (dólar-peso boliviano)”.
Esto afectaría sobre todo a las familias bolivianas, “porque la inflación no afecta tanto al millonario o a la clase media, como afecta a familias que no tienen recursos para llenar una canasta básica a lo largo del mes”, evaluó.
Cuestionamientos al presupuesto
René Martínez es asesor de la Fundación Jubileo, una institución católica que investiga temas políticos, sociales y económicos. “Hemos visto las proyecciones del Gobierno como bastante optimistas”, comentó a Sputnik.
En 2021, el Gobierno de Arce presentó su plan de desarrollo hasta 2025, que tendría un problema en sus inversiones, según Martínez.
“Son montos muy altos. Plantean más de 30.000 millones de dólares para ejecutar el plan. Sin embargo, no se tienen estos recursos en Bolivia. El Estado está en una situación deficitaria muy compleja”, consideró.
Martínez explicó que en Jubileo “hemos analizado mucho el plan que se tiene para este momento económico tan complicado que atraviesa el país. Al contrario de lo que muestran las proyecciones, se ve más bien un deterioro constante de las variables macroeconómicas”.
También observaron “señales de insostenibilidad económica futura, en caso de no corregirse los desequilibrios macroeconómicos“.
Agregó que en el presupuesto 2022, el Gobierno “prevé un crecimiento relativamente alto, con recuperación de los ingresos públicos. Pero en la práctica tampoco se tiene sustento suficiente para ver esta recuperación importante en los ingresos públicos”.
“Vemos muy compleja esta situación. La economía del país es muy dependiente del endeudamiento público, de la deuda externa. Hubo una caída pronunciada de las reservas, lo cual puede llevar a la inestabilidad del país, en términos económicos”, dijo Martínez.
Según el Banco Central de Bolivia (BCB), en junio de 2020 las Reservas Internacionales Netas eran de 6.272,4 millones de dólares. Seis meses después, en diciembre de 2020, eran de 5.275,9 millones.
Para la última medición, de junio de 2021, las reservas internacionales se habían reducido a 4.624,3 millones de dólares.