Diario AHORA EL PUEBLO.- Hoy comienza en las ciudades de La Paz y El Alto la feria de la Alasita, una de las celebraciones más tradicionales de Bolivia, de origen prehispánico, en la cual las personas adquieren productos en miniatura que representan los deseos que quieren hacer realidad.
Cada año y durante casi un mes se ofrece a las familias juegos, comidas, diversión y también toda clase de objetos en miniatura, los cuales representan deseos a cumplir en el futuro: graduarse de alguna carrera, viajar, casarse, comprarse una casa, hasta tener cervezas en la heladera y alimentos en la alacena, recoge una publicación de la agencia Sputnik News.
En 2017, la festividad fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).
Desde tiempos ancestrales, Alasita se desarrolla normalmente en enero, pero en 2021 tuvo que postergarse por dos meses, ya que Bolivia atravesaba, a principios de año, la segunda ola de contagios de Covid-19.
Los puestos de venta se instalan en el Parque Urbano Central de la ciudad de La Paz.
HISTORIA
Según explica el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB), “Alasita deriva del verbo aymara alathaña (comprame). Es una festividad sagrada de culto a la deidad andina de la reproducción y la fertilidad animal, vegetal y humana, de la buena fortuna, del amor y propiciador de las uniones sexuales (el Ekeko)”.
Es también “una festividad prehispánica celebrada en el Qhapaj Raymi, cada solsticio de verano —el 21 de diciembre en el hemisferio sur—, caracterizada por la presencia e intercambio de dijes y miniaturas como símbolos de la tradición andina”.
La fiesta se mantuvo viva a través de los siglos gracias a la tradición oral, ya que no existe material histórico de esta celebración, repudiada por quienes fueran autoridades durante la Colonia española (1545-1825).
El personaje más famoso de esta festividad es el Ekeko, un señor que representa la abundancia de bienes. Por ello de su poncho cuelgan toda clase de objetos y productos, cuya posesión son indicio de bienestar patrimonial y alimentario, para quien los tiene y para su familia.
Los artesanos hacen distintos trabajos en miniatura para la venta.
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