El MAS, la mayor fuerza política del siglo XXI en Bolivia

AGENCIA BOLIVIANA DE INFORMACION (ABI).- Nacido de la defensa de la sagrada hoja de coca, de la Madre Tierra y con muchas vidas derramadas en aproximadamente 25 años, el Movimiento Al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) se reinventó hasta convertirse en el actor político más importante del siglo XXI.

Esa fuerza se evidenció durante la Marcha por la Patria, donde se demostró la unidad orgánica de las organizaciones sociales, los militantes no solo del MAS-IPSP, sino del proceso de cambio. Esa movilización, permitió visibilizar al 55,11% que respaldó a esa organización política en las elecciones generales del año pasado, dijo el viceministro de Coordinación con Movimientos Sociales, Juan Villca.

“El MAS es el actor político más importante del Siglo XXI, ha ganado cuatro elecciones con mayoría absoluta de votos, es la única fuerza política con presencia nacional y al mismo tiempo con arraigo social y con base popular. Eso muestra claramente la importancia que tiene el MAS”, indicó el analista político Fernando Mayorga, en entrevista con ABI.

El especialista recordó que, antes del MAS, en el periodo histórico entre el año 1985 a 2003, “funcionó una democracia basada en pactos entre partidos, porque ninguno tenía fuerza parlamentaria suficiente ni votos como para manejar el gobierno y el Estado”.

Frente a esa democracia pactada, surgió el MAS-IPSP que mostró “esa capacidad electoral y parlamentaria y por eso, de una lógica de pactos, se transitó a una lógica de partido predominante, que es cuando un partido no necesita hacer alianzas ni acuerdos para gobernar”, explicó.

Sin embargo, la importancia del MAS-IPSP no se construyó en la última década. Sus raíces históricas pueden ser observadas desde los despidos masivos causados por el neoliberalismo, el impacto de los desastres naturales, la defensa de la hoja de coca, de la Madre Tierra y la sangre derramada por decenas de campesinos.

El “abandono de tierras por campesinos del altiplano debido a la sequía de 1983 y, posteriormente, el desmantelamiento de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), como consecuencia de las primeras reformas neoliberales, en 1985, que conllevaron el cierre de numerosas minas y el despido, eufemísticamente llamado ‘relocalización’, de más de veinte mil mineros” generó el traslado de esas personas al trópico de Cochabamba donde varios se dedicaron al cultivo de la hoja de coca, según reseña Hervé Do Alto, doctorando en ciencia política en el Instituto de Estudios Políticos de Aix-en-Provence, Francia, en su texto titulado “MAS-IPSP boliviano, entre movimiento social y partido político”.

El movimiento cocalero, por mandato de Estados Unidos (EEUU), fue reprimido por varios gobiernos neoliberales con un saldo de masacres, asesinatos, torturas y persecuciones a sus dirigentes, represión que los indujo a ingresar en el campo político electoral.

Leonilda Zurita, una de las dirigentes históricas del MAS, recordó que “la lucha día a día por la hoja de coca y la Madre Tierra, fue de hombres, mujeres junto a nuestros hijos, con muchas vidas derramadas, heridos, encarcelados, hermanos inválidos, niños y niñas que se quedaron huérfanos, sin padre y madre; todo por una sola causa, la extrema violencia que vivíamos en el Trópico de Cochabamba” (Fuente: https://izquierdaporelmundo.wordpress.com/movimiento-al-socialismo-mas-ipsp/).

El movimiento cocalero también buscó alianzas con los indígenas del oriente en el marco de la campaña, celebrando los 500 años de resistencia de los pueblos indígenas frente a la colonización española. De ahí surgiría un nuevo sujeto político: el movimiento “campesino-indígena”, agrega Do Alto.

Además, se impulsó la idea de una participación política autónoma de este movimiento, a través de la conformación de un “instrumento” de las organizaciones campesinas e indígenas.

En 1995, con la sigla prestada de Izquierda Unida (IU), participó en las Elecciones Municipales, sacando el 3% de la votación de los 320 municipios.

En 1997, participó en las elecciones generales. “Sacamos el 3,7% de la votación (con la sigla de Izquierda Unida, IU) (…). El hermano Evo Morales Ayma fue el más votado con el 97,3% de la votación”, recuerda Zurita.

En 1999, la Corte Electoral rechazó en cuatro oportunidades otorgar personería jurídica a la organización “Asamblea Soberanía de los Pueblos Instrumento Político ASP-IP”. En esa coyuntura, David Áñez Pedraza, de Falange Socialista Boliviana, fundó el MAS y regaló esa sigla a Evo Morales.

En 1999, ya con la sigla del MAS se participó en las elecciones municipales de 1999, donde se obtuvo el 3,3% de votación de los 320 municipios en todo el país.

La bandera del MAS, afirma Zurita, tiene los colores azul, que representa el cielo y el agua; el blanco, que representa la pureza, paz y esperanza y el color negro que simboliza el luto o la muerte de los antepasados y mártires.

En 2002, durante la gestión de Jorge “Tuto” Quiroga, Luis Vásquez Villamor determinó la expulsión de Evo Morales del parlamento.

En los comicios generales de 2002, el MAS obtuvo el 20,9% de la votación.

En los comicios generales de 2005, el MAS-IPSP obtuvo un histórico 53,7% de la votación y desde entonces continúo su ascenso hasta convertirse en el actor político más importante del Siglo XXI.

En ese contexto, Mayorga dijo que, tras el referéndum constitucional de 2016, el MAS comenzó a perder la capacidad de “representar las dos caras de la democracia como lo hizo en el pasado, antes de 2016”.

Una de esas caras es la igualdad (que implicaba inclusión social, participación popular, ampliación de la participación para buscar justicia social mediante políticas redistributivas, reducción de la pobreza, de la desigualdad social) y la otra es la cara institucional, es decir la vigencia del Estado de Derecho, y “eso está asociado con la libertad en términos abstractos, y eso le restó legitimidad”, dijo Mayorga.

Sin embargo, el analista indicó que la Marcha por la Patria y la resistencia al golpe de Estado volvió a colocar al MAS-IPSP frente al desafío de apostar por lo institucional para reforzar su legitimidad.

“Por eso es el MAS, y ahí está la importancia de la marcha, no solamente la marcha del otro día, sino de toda la resistencia al golpe de Estado y la recuperación de la democracia con el 55% de votación, ahora está frente a ese desafío de recuperar esa legitimidad apostando a esta dimensión institucional de la democracia y a un claro respeto a la Constitución”, indicó.

La fuerza de un hito

El Movimiento Al Socialismo marcó un hito político en la historia contemporánea boliviana. Si bien en las elecciones de 2005 logró 53,7% de votos, ese resultado encaminó una tendencia en comicios generales posteriores. En las presidenciales de 2009 obtuvo el 64,22%; en 2014, el 61,36% y, tras la recuperación de la democracia, el 55,11% en 2020. Confirmó así su fuerza política con respaldo nacional de las mayorías.

El 22 de enero de 2006, Evo Morales juró como el primer indígena presidente de Bolivia. El 53,7% de apoyo en las urnas de ese entonces marcó la historia luego de la recuperación de la democracia en 1982, el MAS ya era un hito.

Antes, los resultados de los comicios generales organizados en 1985, 1989, 1993, 1997 y 2002 no reflejaban un consenso mayoritario de los electores por un postulante a la Presidencia de Bolivia. Durante esos años, los porcentajes de mayor apoyo oscilaban entre el 22,46% y el 35,60%.

El analista Hugo Siles consideró que la sintonía electoral del MAS es el resultado de una revolución democrática y cultural y, sobre todo, enmarcada en la inclusión. Destacó que consecuencia de los programas de Gobierno se reflejaron permanentemente las necesidades de la población en su conjunto.

“Bolivia es probablemente uno de los países en el mundo entero que más extensión de derechos sobre pueblos indígenas, sobre sociedad nacional, otorgó y reconoció en su Constitución Política del Estado. Eso permitió una fidelización del voto en función de la representación que tuvo el MAS-IPSP”, aseveró en entrevista con la Agencia Boliviana de Información (ABI).

Desde 2006, luego de que Morales ocupó la Presidencia, Bolivia fue escenario de cambios históricos, políticos, sociales, económicos y culturales. Entre los logros, destaca Siles, está la promulgación de la Constitución el 7 de febrero de 2009.

Con la nueva Carta Magna, Bolivia asumió el reto de construir colectivamente el Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, que integra y articula los propósitos de avanzar hacia un país democrático, productivo, portador e inspirador de paz, comprometido con el desarrollo integral y con la libre determinación de los pueblos.

Así, con la implementación del Modelo Económico Social Comunitario Productivo, el Gobierno se enfocó en la aplicación de políticas mediante bonos, protección social, acceso y producción soberana de alimentos, fondos para los pequeños productores, políticas de vivienda y servicios básicos, y mayor acceso al financiamiento. A partir de la nacionalización de los hidrocarburos, en mayo de 2006, se evidenció un crecimiento progresivo en la economía nacional.

El modelo económico apuesta a la participación de las estatales para fortalecer el aparato productivo y redistribuir los ingresos a la población con política social y más inversión para la industrialización.

Propuesta política con visión nacional

La organización política liderada por Evo Morales fue fortaleciendo su musculatura política con el transcurso del tiempo y mientras cosechaba el apoyo nacional por los resultados logrados. Todo eso se desarrollaba en un contexto marcado por la crisis de los partidos políticos tradicionales que optaron por un nuevo modo de organización: las alianzas políticas.

“En 2005, en el primer triunfo del MAS, ya el sistema de partidos políticos, diríamos tradicionales o llamados de la democracia pactada, estaba en una crisis aguda languideciente y de franca desaparición. Las organizaciones sociales, habían ido sustituyendo a los partidos políticos tradicionales que ya no representaban a los sectores populares y, por eso, el MAS tiene ventajas y aciertos, porque se configura a partir de un movimiento de organizaciones sociales campesinas y a partir de ello lleva un programa de Gobierno, liderazgo y una representación genuina de los intereses de las necesidades que tiene la gente”, sostiene Siles.

Poder Democrático Social (Podemos) fue el 2005 una alianza entre Acción Democrática Nacionalista (ADN) y el Partido Demócrata Cristiano (PDC). En las presidenciales del 18 de diciembre de esa gestión, logró 28,59% y ocupó el segundo lugar. Fue la única vez que participó en comicios nacionales.

En los comicios generales del 6 de diciembre de 2009, la alianza de oposición Plan Progreso para Bolivia-Convergencia Nacional (PPB-CN) fue integrada por Nueva Fuerza Republicana (NFR), Plan Progreso para Bolivia (PPB), Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Autonomía para Bolivia (APB) y el Partido Popular (PP). Obtuvo el 26,46% y su vigencia fue de cinco años. Después, desapareció.

Unidad Nacional (UN) y el Movimiento Social Demócrata (Demócratas) formaron la alianza para las elecciones del 12 de octubre de 2014. Así nació Unidad Demócrata. Consiguió el 24,52%. Al igual que las anteriores alianzas, sólo tuvo un ciclo de cinco años.

Para las elecciones presidenciales del 20 de octubre de 2019, nació la alianza Comunidad Ciudadana (CC). Estuvo conformada esa oportunidad por el Frente de Izquierda Revolucionaria (FRI) y Soberanía y Libertad (Sol.bo). Recibió 36,51%.

Tras el golpe de Estado de 2019 y luego de la salida de Sol.bo, CC volvió a participar en las elecciones del 18 de octubre de 2020; esta vez, en una alianza con Chuquisaca Somos Todos (CST) y la Agrupación Ciudadana Jesús Lara (ACJL). En esta segunda oportunidad, el porcentaje de votación redujo a 28,83%.

El analista Siles explica que las organizaciones de oposición lograron resultados de poca convocatoria en las urnas, porque encaminaron una política basada tan sólo en coyuntura electoral enfocada al MAS y no así en la configuración de estructuras políticas con consistencia ideológica política que plantee a Bolivia una alternativa país.

Integración e identidad

En 2019, el MAS logra el 47,08%, esos puntos porcentuales daban a la organización política el primer lugar de preferencia electoral ante un 36,51% del segundo representado por la alianza CC.

La diferencia del 10,57% provocó que sectores críticos al entonces Gobierno del MAS cuestionaran los resultados y pongan en duda las elecciones generales en un escenario de movilizaciones y protestas que provocaron, el 10 de noviembre de 2019, la renuncia de Morales, quien denunció un golpe de Estado.

El 2019, tras la crisis postelectoral, el MAS estaba en emergencia e ingresaba en una nueva etapa, la reinvención era un plan urgente. Un año después, ante todo vaticinio, volvía al Gobierno con nuevos actores, esta vez con Luis Arce como candidato presidencial y David Choquehuanca como postulante a la Vicepresidencia. El resultado del 55,11% del 20 de octubre de 2020 dio fin al régimen de la opositora Jeanine Áñez que asumió la presidencia de facto después de la salida de Morales.

Siles sostiene que ese resultado electoral significó una respuesta de rechazo a la oposición que no logró derrotar al MAS en las urnas, que se instaló en el Gobierno mediante un golpe de Estado y que destruyó toda una arquitectura institucional desarrollada durante 14 años de cambios políticos, económicos y sociales. 

En 2021, sectores de oposición, protagonistas del golpe de 2019, sobre todo comités cívicos de Santa Cruz y Potosí, impulsaron medidas de violencia y de desinformación contra el Gobierno en busca de una nueva ruptura institucional.

Ante las acciones de desestabilización, el Movimiento Al Socialismo concentró a todas sus organizaciones en una movilización nacional denominada la Marcha por la Patria que superó el millón de personas, donde destacó la nueva generación de líderes, como Andrónico Rodríguez, presidente de la Cámara de Senadores.

En la movilización, liderada por Evo Morales, participaron diplomáticos, autoridades nacionales, militantes del MAS, la Central Obrera Boliviana (COB), el Pacto de Unidad, además de organizaciones sociales como juntas vecinales, gremiales, cocaleros, mineros cooperativistas, entre otros, como los sectores de profesionales.

El analista Fernando Mayorga considera que la marcha buscaba mostrar el apoyo al proceso de cambio y ser una advertencia a la oposición en alusión a 2019.

“Fue una demostración de unidad orgánica de las organizaciones sociales, de esas bases militantes; no solo del MAS, sino del proceso de cambio”, dijo.

Para Hugo Siles, la Marcha por la Patria tiene un mensaje político de alcance regional: “La principal lección que deja al país, a la región y al mundo, es que Bolivia eligió el camino democrático”.