Plurinacional.- Ofrecemos algunos artículos publicados en pasados meses sobre el uso de la religión y/o la biblia por parte de militantes ultraderechistas, falsos moralistas y millonarios fanáticos que dan golpes de Estado y ejecutan masacres en nombre de la libertad, la paz, la reconciliación con la complicidad de obispos católicos, generalmente extranjeros, y pastores evangélicos con grandes fortunas y vida de lujo, gracias a los diezmos que les arrancan a incautos creyentes.
En nombre de Dios: el factor religioso detrás del golpe de Estado en Bolivia
Luego de autoproclamarse presidenta de Bolivia en un Parlamento sin quórum, Jeanine Añez entró al Palacio Quemado y levantó con sus dos manos un ejemplar enorme de la Biblia, en cuya tapa podía leerse visiblemente: “Los cuatro evangelios”. Lo que Añez exhibía sonriente era el Nuevo Testamento: la parte de la Biblia sobre la que católicos y evangelistas no tienen discrepancias.
Un par de días después, un periodista de la BBC le preguntó por qué había hecho eso si Bolivia es un estado laico, según estableció la Constitución de 2009. Otra vez, la presidenta ilegítima se cuidó de que su mensaje abrazara a las dos vertientes del cristianismo. Dijo que Evo Morales es un ateo que no quería saber nada con “las iglesias”, en plural; y agregó que “(el laicismo) fue una impostura del Movimiento al Socialismo (MAS), pero el 80% de los bolivianos somos… eh… personas de fe”.
El fanatismo religioso distingue a buena parte de la coalición golpista boliviana. Antes que Añez, Luis Fernando Camacho, empresario santacruceño devenido referente de las protestas contra Morales, había ingresado a la casa de gobierno con una Biblia en la mano, el mismo día de la renuncia del ex presidente. Camacho actúa como un cruzado de Dios −o al menos eso expresa. Todo su discurso verbal y gestual está impregnado de alusiones al cristianismo.
Y el de Añez también, incluso en una versión más radical. Es una enemiga declarada de las costumbres espirituales de los pueblos indígenas. “Sueño con un país libre de ritos satánicos indígenas”, escribía hace unos años en sus redes sociales. Hermana del pastor evangelista Juan Carlos Añez, también es una militante ferviente del movimiento contra el aborto legal.
Una parte de la Iglesia Católica boliviana está alineada con la coalición golpista. Primero la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB) respaldó el informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) que denunció irregularidades en las últimas elecciones. Luego de la renuncia de Morales, la CEB firmó una declaración que afirmaba que “lo que sucede en Bolivia no es un golpe de Estado”. Los otros firmantes eran “comités cívicos” de distintas regiones del país que cumplieron un papel clave en las movilizaciones contra el gobierno del MAS (Camacho preside el comité santacruceño). Finalmente, la CEB mandó representantes a la proclamación de Añez.
“Yo condeno que se manipule la fe”, dijo el arzobispo de Sucre sobre la Biblia y Camacho
La arquidiócesis de Santa Cruz de la Sierra, bastión histórico de la oposición a Morales, fue especialmente activa en las protestas contra el ex gobierno. El escenario preferido de Camacho para sus discursos y arengas ha sido la escultura del Cristo Redentor de la ciudad de Santa Cruz, ubicada frente al “altar papal” que se construyó para la visita del Papa en 2015. “Hoy es la resurrección de la nueva Bolivia”, celebró desde ese mismo escenario el obispo auxiliar santacruceño, Estanislao Dowlaszewicz, el día en que Añez se autoproclamó presidenta en La Paz.
Sin embargo, no toda la jerarquía eclesiástica boliviana está con el golpe. El cardenal quechua Toribio Porco Tirona, ungido en ese puesto el año pasado por Francisco, primer representante indígena y obrero en el Vaticano, es un hombre cercano a Morales, quien suele llamarlo “hermano cardenal”. Unos días antes del golpe, Porco Tirona se reunió con Morales y responsabilizó por la violencia desatada en el país al ex candidato presidencial opositor Carlos Mesa. Después de sus declaraciones, algunos diputados opositores llegaron a pedir “que el cardenal se vaya con Evo”.
Desde el exilio, Morales pide que Jorge Bergoglio intervenga personalmente para ayudar a salir de la crisis. Desde la renuncia del ex presidente boliviano, el Papa ha guardado silencio. Aunque, de hecho, la Iglesia juega un papel importante como facilitadora de los contactos entre el MAS y sus detractores, que se iniciaron el mismo día que renunció Morales.
Así como existen jerarcas eclesiásticos radicalizados contra el MAS, en el seno de la Iglesia boliviana también hay sectores más precavidos que ven con preocupación el avance de una nueva casta política que, en tono mesiánico, disputa y hace su propio uso del “mensaje de Dios”.
“Como Iglesia Católica y como arzobispo, yo condeno que se manipule la fe en estos momentos”, se quejó el arzobispo de Sucre, Jesús Juárez, luego de la irrupción de Camacho en el Palacio Quemado con una Biblia en la mano. Y nadie podría acusar de masista a Juárez, quien hace pocos meses había cuestionado la legalidad de la reelección de Morales.
Es que la Iglesia Católica como institución tiene un buen motivo para inquietarse: el creciente despliegue político de las iglesias evangelistas en América Latina (y también en los Estados Unidos, donde lograron vincularse estrechamente con el gobierno de Donald Trump). A los obispos bolivianos les basta con mirar hacia Brasil, donde Jair Bolsonaro tiene a la Iglesia Universal del Reino de Dios como su principal aliada más allá de las Fuerzas Armadas, para hacerse algunas preguntas alarmantes sobre su propio país, donde un pastor presbiteriano sin experiencia electoral previa, el surcoreano nacionalizado Chi Hyun Chung, acaba de salir tercero en las urnas con el 9% de los votos.
A esos sectores religiosos con capacidad de movilización apunta Añez cuando muestra los cuatro evangelios. Es que, como subrayó esta semana el teólogo y filósofo Enrique Dussel, “el golpismo ya no viene de la mano de un catolicismo de derecha conservador, como en la época de Pinochet, sino de un evangelismo radicalizado”.
Cómo las iglesias evangélicas han logrado ganar tanto peso en la política de América Latina
Por Nathalia Passarinho /BBC News Brasil
“La Biblia vuelve a palacio”, declaró la presidenta interina (de facto) de Bolivia, Jeanine Áñez, al tomar posesión el pasado 12 de noviembre. Unos días antes, Fernando Camacho, una de las principales voces en el proceso que llevó a la renuncia de Evo Morales, entró Biblia en mano al mismo edificio declarando que “Dios” volvería al “gobierno”.
Los dos son católicos y contaron con el apoyo de sectores conservadores de la Iglesia y de líderes evangélicos para debilitar a Morales.
En los últimos años, menciones a Dios y de pasajes bíblicos parecen haberse multiplicado en los discursos políticos, y el apoyo evangélico fue instrumental en el ascenso de los líderes de derecha en América Latina y Estados Unidos.
En Brasil, los evangélicos son la principal base electoral del presidente Jair Bolsonaro. En Estados Unidos no es muy diferente: Donald Trump contó con el apoyo de las iglesias pentecostales para salir elegido.
Para el historiador estadounidense Andrew Chesnut, autor de decenas de libros y artículos sobre el crecimiento de las iglesias pentecostales, la fuerte influencia de los evangélicos en el ascenso y caída de líderes es una de las principales “tendencias” de la política actual en el continente americano.
“Hasta en México, donde la población pentecostal es pequeña, de apenas un 8%, un partido político fundado por un pastor pentecostal ayudó al actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, a llegar al poder”, le dijo Chesnut a BBC News Brasil.
“La influencia política evangélica es una de las tendencias políticas más importantes de las últimas cuatro décadas en el continente americano”, agrega el profesor de la Virginia Commonwealth University.
Pero, ¿qué explica esa influencia creciente de la religión en la política de países del continente? ¿Y por qué las iglesias evangélicas han conseguido cada vez más adeptos entre los latinoamericanos?
En entrevista con BBC News Brasil, Chesnut enlistó 5 factores que ayudan a responder a esas cuestiones:
- La cohesión ideológica de los evangélicos, que facilita articulaciones políticas.
- El hecho de que los ritos de las iglesias evangélicas son más “consistentes” con aspectos de la cultura latinoamericana.
- La adopción de reglas menos rígidas para la formación de sacerdotes, lo que permite una mayor inserción en las capas más pobres.
- La creación de redes de apoyo en comunidades marginadas.
- La capacidad de hacer eco de pensamientos compartidos por sectores conservadores de clase media y alta.
El crecimiento de las iglesias evangélicas y su entrada en política
El continente americano ha vivido una acentuada caída en el número de católicos, al mismo tiempo que se registró un gran aumento en la población evangélica.
Según el Pew Research Center, principal centro de investigación sobre religiones, de 1900 a 1960, los católicos conformaban el 94% de la población de América Latina.
Pero ese porcentaje cayó drásticamente. Un estudio del mismo centro de 2014 mostró que 84% de los entrevistados crecieron como católicos, pero apenas un 69% aún se identificaba como tal.
En contraste, solo 9% de los latinoamericanos crecieron como evangélicos, pero el 19% dice seguir esa religión actualmente.
Para Andrew Chesnut, quien estudia el movimiento pentecostal desde hace 25 años, una característica importante acompaña al crecimiento del número de evangélicos en el continente americano: el compromiso político de líderes e integrantes de esa religión.
El investigador destaca que los católicos son un grupo más “heterogéneo”, con segmentos ligados a la izquierda y otros a la derecha. Esa pluralidad, en la práctica, dificultaría una movilización política coordinada.
“Dentro del catolicismo, tienes sectores conservadores, ligados al Opus Dei, por ejemplo, y otros más progresistas, como los miembros de la Teología de la liberación. Entonces, hay más diversidad y eso hace más difícil la tarea de lograr una alianza católica”, explica.
“Y los evangélicos son más homogéneos políticamente. Eso facilita la unión y las alianzas para elegir determinados políticos”.
Bolsonaro, Camacho y… Trump
Los ejemplos más recientes y evidentes de la fuerza evangélica en política son la elección de Jair Bolsonaro en Brasil y la caída de Evo Morales en Bolivia. Los dos episodios contaron con el apoyo crucial de sectores evangélicos.
En la caída de Morales, fue una figura ligada al ala más conservadora de la Iglesia católica y a los líderes evangélicos la que ganó protagonismo: Luis Fernando Camacho.
Camacho ejerce como presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz, una entidad que reúne a cerca de 200 instituciones, entre asociaciones de residentes, trabajadores de derecha y empresarios. El comité funciona en la ciudad más poblada de Bolivia, Santa Cruz de la Sierra, y se le llama “gobierno moral”.
Sus constantes menciones al “poder de Dios” y su costumbre de citar fragmentos de la Biblia han hecho que la prensa internacional se refiera a él como el “Bolsonaro boliviano”.
Él fue el principal articulador de las protestas en las calles que culminaron en la retirada de apoyo de la policía y las fuerzas armadas al gobierno de Morales. Camacho suele iniciar sus discursos con una oración y, al entrar en el antiguo Palacio de Gobierno, en La Paz, pocas horas antes de la renuncia del expresidente, depositó una Biblia junto a la bandera boliviana.
Para Chesnut, Camacho y Bolsonaro tienen características en común.
“Bolivia es interesante, porque es un país más predominantemente católico que Brasil. El 70% de los bolivianos son católicos. Pero, en la salida de Morales del poder, vimos una fuerte influencia evangélica”, analiza.
“Camacho es más o menos como Bolsonaro. Él es católico, pero tiene una gran influencia pentecostal y tiene a los pentecostales como grandes aliados. Su discurso es 100% pentecostal”.
La senadora Jeanine Áñez, quien se autoproclamó presidenta interina de Bolivia tras la salida de Evo Morales, sigue la misma línea. Ella entró al Palacio de Gobierno, en La Paz, con una enorme Biblia, y juró detrás de un altar montado con velas y la imagen de Jesús crucificado.
“Un aspecto importante del papel que la religión ha ejercido en los gobiernos latinoamericanos es la existencia de una convergencia entre los evangélicos y los católicos conservadores“, dice Andrew Chesnut.
Aunque los ejemplos brasileño y boliviano son contundentes, el profesor estadounidense dice que la tendencia de crecimiento de la influencia evangélica en los gobiernos no es característica solo de América Latina.
Para él, el fenómeno se inició en Estados Unidos, comenzó a ganar fuerza en América Latina en la década de los 80, con el ascenso de un pastor evangélico como presidente de Guatemala -José Efraín Ríos Montt-, y puede ser visto claramente hoy en el gobierno de Donald Trump.
Según un reportaje del periódico Washington Post, el 61% de los pastores evangélicos de Estados Unidos manifestaron su intención de votar por Trump en la elección de 2016. Y el presidente estadounidense mantiene relaciones cercanas con varios líderes evangélicos famosos en el país.
“En EE.UU., los evangélicos son una de las principales bases electorales de Trump”, dice Chesnut. Según el investigador, esa relación cercana del mandatario con sectores religiosos se refleja en la decisión de transferir la embajada de Estados Unidos en Israel de Tel Aviv a Jerusalén.
Bolsonaro llegó a anunciar que haría lo mismo, para atender la petición de los grupos evangélicos que se basan en interpretaciones bíblicas para defender que Jerusalén debe ser “protegida” y habitada por los judíos.
No obstante, el presidente brasileño optó finalmente por abrir una oficina comercial en la ciudad, después de una fuerte presión de los países árabes y del sector exportador de productos básicos brasileño, que temía represalias comerciales.
“Una de las agendas importantes actuales para los evangélicos es el apoyo a Israel”, afirma el profesor Andrew Chesnut.
¿Por qué las iglesias evangélicas son tan atractivas para el público?
Más allá de la cohesión ideológica, que facilita la articulación política de los evangélicos, Chesnut enlista otros cuatro factores que contribuyen al éxito del movimiento pentecostal entre los latinoamericanos. Uno de ellos es el hecho de que las iglesias evangélicas adoptaron ritos “más consistentes con la cultura de los pueblos de la región”.
En ese sentido, las canciones de alabanza y la forma más informal y directa para que los pastores hablen sobre partes de la Biblia jugarían un papel importante.
Otro aspecto enlistado por el investigador son las redes de apoyo creadas por las iglesias evangélicas para intervenir en los problemas de las comunidades, como casos de alcoholismo, criminalidad y drogadicción.
El tercer factor sería el criterio flexible para la formación de sacerdotes (los obispos y pastores).
“Una gran ventaja que tienen las iglesias pentecostales es que los pastores se pueden casar y no tienen los mismos requisitos educacionales. Un sacerdote católico forma parte de la élite latinoamericana en lo referente al nivel educacional”, dice.
Más allá de eso, el investigador destaca que sectores conservadores de la clase media y alta de Estados Unidos y América Latina vieron que sus posiciones tenían eco en las nuevas iglesias evangélicas. Entre esas agendas están la preocupación por la educación sexual en las escuelas, el temor a lo que llaman “ideología de género”, y la posición firmemente contraria a la flexibilización de leyes relacionadas con el aborto.
“Había una población que compartía esos valores: defendía una agenda anti-LGBT, el antifeminismo y era contraria a la legalización del aborto. Esas personas no tenían líderes que representaran esas perspectivas de la manera deseada”, dice Chesnut.
¿Cuál es el impacto de esa influencia religiosa en la política?
Para el profesor estadounidense, el principal temor relacionado con el aumento de la injerencia evangélica en la política es que los líderes electos con el apoyo de esos sectores acaben aprobando políticas públicas que, en la práctica, discriminen a otros credos religiosos o que signifiquen retrocesos en las conquistas sociales de las minorías.
“En el caso de Bolivia, ya vimos comentarios racistas por parte de la presidenta interina. Allí, algunos sectores pentecostales ven a las religiosidades indígenas como satánicas o paganas”, dice Chesnut.
En Brasil, el investigador percibe el riesgo del surgimiento de una atmósfera de intolerancia contra las religiones de matriz africana.
“Hay una preocupación de que las religiones indígenas y afrobrasileñas puedan sufrir persecución con los pentecostales en el poder. Grupos violentos pueden sentirse impunes o alentados a actuar así”, dice Chesnut.
Pero el historiador destaca que el fenómeno del crecimiento de las iglesias evangélicas está acompañado de un movimiento muy diferente y que también puede influir en el escenario político del continente: el aumento en el número de personas que dicen no tener ninguna religión.
“Más allá del crecimiento de las iglesias evangélicas, en varios estados de EE.UU. y en varios países de América Latina, hay un crecimiento rápido de las personas que no tienen ninguna filiación religiosa”, dice.
Y las características de ese grupo son opuestas a las que definen a los sectores evangélicos y católicos conservadores. “Son más jóvenes, sabemos que la tendencia es que son de izquierda y más liberales en las costumbres. Y están creciendo casi tan rápidamente como los pentecostales”.
Falta saber cuál de los dos sectores tendrá más influencia electoral en los próximos años.
La biblia del Golpe en Bolivia: evangélica y pronorteamericana
El filósofo Enrique Dussel alertó que la ideología evangelista es la punta de lanza de la política norteamericana, que está dispuesta a “recuperar” Latinoamérica mediante métodos suaves pero también a través de golpes de Estado, como el que está sufriendo Bolivia, en medio de persecuciones políticas y masacres, como la de ayer en Sacaba, donde fueron asesinados entre 5 y 7 manifestantes (según las diferentes fuentes).
Por Sergio Villone /ENORSAI.- El filósofo y teólogo argentino consideró que durante los golpes de Estado de la década de 1970 se utilizó a la religión católica como ideología dominante y se veía al comunismo como el enemigo. Ahora, se usa a los grupos evangélicos como punto de partida y a las culturas indígenas como enemigas, como tuiteó en su momento la actual presidenta de facto boliviana, Jeanine Áñez.
“Estos grupos son un nuevo fenómeno que están apoyando el proceso brasileño y en Bolivia, con un hombre desaforado como (Luis Fernando) Camacho, que dice algo esencial: “Vamos a sacar de los lugares públicos la Pachamama y vamos a imponer la Biblia””, recordó, en diálogo con el portal Aristegui Noticias (México).
“Pero esa biblia no es la católica, es la de los grupos evangélicos. Toma la cultura popular de los pueblos originarios como un horrible paganismo que el cristianismo debe reemplazar a rajatabla. Es una biblia evangélica, que viene de las sectas norteamericanas y que cambia la subjetividad. Se propone que el hombre deje sus costumbres ancestrales, deje las borracheras y se proponga trabajar y entrar en la sociedad consumista capitalista burguesa”, señaló Dussel.
“Las tradiciones aymaras, que además vienen siendo influenciadas por cinco siglos de catolicismo, se enfrentan ahora con los evangélicos. Va a ser una especie de lucha religiosa pero que es esencialmente política. Eso explica otra cosa: la Teología de la Liberación, que es cristiana pero se apoya en los pobres contra los ricos (“Bienaventurados los pobres, malditos los ricos), es invertida en los grupos evangélicos. Eso supone toda una revisión histórica teórica a la que la izquierda no está habituada, porque proponía el ateísmo como condición de ser transformador. Se encaraba al indígena y como éste tenía toda su condición religiosa no sabía cómo tratarlo y se lo rechazó. Y ahora hay que asumirlo y enfrentarlo a un evangelismo pronorteamericano”, denunció el académico.
“Los evangélicos le dan un sentido al pobre: “Deja todas esas costumbres nefastas, hazte un hombre austero, trabajador, bien organizado y saldrás de la pobreza porque Dios te va a bendecir con una riqueza aceptable”. La riqueza es considerada, como en el antiguo calvinismo, como una bendición de Dios. La Pachamama es el origen de la pobreza”, sentenció Dussel, uno de los fundadores de la Filosofía de la Liberación, corriente de pensamiento que le dio sustento a la Teología de la Liberación.
“Esa biblia -reinterpretada desde un hombre moderno norteamericano– es el origen de la posibilidad de una nueva Biblia, y es usada por la OEA y la nueva política norteamericana. Estados Unidos se está retirando de Medio Oriente. Se habían alejado de América Latina, pero como en Irak e Irán han sido derrotados, vuelven a Latinoamérica y la quieren recuperar. Eran sutiles los métodos, pero hemos vuelto a los golpes de Estado”, finalizó.
La Biblia en el golpe
Por Pablo Barrera / EL PERIODICO.- Excelente síntesis de lo esencial del golpe en Bolivia: la Biblia sobre una bandera tricolor. Luis Fernando Camacho, líder del golpe oligárquico, fascista y racista, arrodillado frente a la Biblia que, según sus declaraciones, debía volver al palacio de donde habría sido retirada por el “izquierdista” Evo. El fundamento es la bandera boliviana tricolor, símbolo de la independencia de la colonización española, que nada significó para la mayoría india. La wiphala, bandera multicolor del tawantinsuyo, ha sido retirada.
El golpe no es sólo contra el único presidente que puso al indio/a en primer lugar en su proyecto de gobierno, Bolivia es el único país plurinacional que resulta de su gestión. Es un golpe, entonces, contra el indio, el pobre, el migrante, el analfabeto en toda América Latina. Golpe en el que la Biblia es un accesorio importante. No son pocos los ingenuos que culpan a Evo: “se emborrachó de poder”. ¿Qué son 14 años de gobierno contra 500 años de colonización racista?
La misma Biblia cristiana fue usada para evangelizar toda América Latina y es usada hoy como justificación del golpe contra Evo, golpe contra un modelo de sociedad alternativo al impuesto por el imperialismo capitalista. No son pocas las noticias de los evangélicos que apoyaron y apoyan el golpe en nombre de Dios.
Por eso esa imagen es elocuente y cuestiona discursos “democráticos” de cristianos progresistas que culpan a Evo por e golpe. Frente a la violencia de la derecha fascista y racista no hay lugar para cristianismos del medio, mediocres: o con el proyecto de Evo o contra él. Con un país plurinacional o con un país racista. La derecha ya entró al Palacio, pero la violencia contra el MAS continúa.
La derecha está sedienta de venganza acumulada en 14 años. Su objetivo mayor no es la alternancia del poder y sí acabar con un modelo alternativo de sociedad. No perdonan que un indio les haya arrebatado su histórica hegemonía y demostrado que una sociedad igualitaria es posible.
Toda nuestra solidaridad al pueblo boliviano. Todo nuestro apoyo a Evo. La esperanza no ha muerto. El vecino pueblo chileno en las calles lo está demostrando. Jesús, el pobre carpintero, camina por las calles de América Latina sin Biblia en las manos.
Política y religión en Brasil
Edir Macedo, obispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios, también es el dueño del segundo canal de televisión más importante de Brasil, TV Record, que fue el único medio de información que pudo hacer una entrevista al entonces candidato Jair Bolsonaro.
Ese religioso mega empresario, que se le calcula una fortuna de más de 1.000 millones de dólares, ya ha sido investigado por lavado de dinero, tráfico de drogas y evasión de impuestos.
Estos últimos días el presidente concedió el pasaporte diplomático, a los pocos días la Justicia Federal lo anuló por no ser una persona que desarrolle una actividad de interés para el país, pero poco después el presidente dijo que se lo va a mantener “y punto”.
Ley y fe
País laico, pero muy religioso
Brasil, a pesar de estar definido en su constitución como un país laico, es un país muy religioso, y ya lo era antes de la llegada de Bolsonaro. Los católicos son mayoría, pero están perdiendo cada año adeptos para las iglesias evangélicas, sobre todo, jóvenes. El catolicismo no ha sabido reinventarse y adaptarse a nuevos tiempos y los evangélicos han sabido aprovechar el espacio que han dejado tanto la iglesia católica como el Estado.
Pero lo que ha ocurrido con la llegada de este gobierno ultraconservador es que los grupos religiosos, que ya eran un grupo de poder que condicionaban a cualquier gobierno, han pasado a ser parte del gobierno con unos objetivos muy claros a desarrollar.
Tienen una agenda moral que quieren implantar, como el combate al aborto, la ideología de género, al casamiento homosexual y controlar la educación. No hay más propuestas fuera de eso.
En Brasil, la religión es tan importante porque han sabido llenar un espacio que el Estado ha renunciado a ocupar. Las áreas sociales del Estado prácticamente no existen y allí es donde se introduce la religión.
Pobreza
Los evangélicos salvadores
En las comunidades más pobres es donde más se desarrollan estas religiones evangélicas. Para muchas personas en situaciones difíciles y que ven que el Estado las ignora y maltrata, la única ayuda que pueden recibir va a venir de estas iglesias. Ya sea para encontrar trabajo, hacer reparaciones en casa, ayudas económicas o cuidar de un hijo. Y ese apoyo hace que la persona se sienta con algo de protección y seguridad que necesitan.
Bolsonaro es católico y no ha renunciado a ello pese a bautizarse en el río Jordán por una religión evangélica muy conocida que le obliga a hacerlo. No renunciando juega a dos bandas con la religión y se erige en el defensor de sus valores morales y educativos.
Se aprovechó de la religión para llegar al poder. Sabe de la capacidad de introducción de estas iglesias en la sociedad, sobre todo de las clases más humildes. Y también sabe de la fidelidad de esas personas.
Por lo tanto contentando a sus líderes, se asegura una cantidad enorme de votos que jamás hubiese conseguido presentando un programa económico liberal o de seguridad pública como el que ha presentado, donde los que van a sufrir más son precisamente esas personas más humildes.
Poder
Infiltrados en el Gobierno
Con la llegada de Bolsonaro, estas iglesias han asumido un poder sin precedentes en el país porque le ayudaron a llegar e la presidencia y ahora se sienten legitimadas para influenciar en sus decisiones y para marcar las pautas conservadoras que les interesa. Y para ello no tienen ningún pudor en vetar nombramientos de ministros que no comparten su visión de la vida.
La derecha se acerca los evangélicos viendo un potencial y los evangélicos se acercan a la derecha por las normas morales. Varios ministros importantes, además del propio presidente, son devotos de alguna iglesia evangélica.
Estas iglesias han crecido mucho en los últimos años superando a los católicos. Hoy en día hay 120 diputados relacionados con ese grupo de la Biblia, casi el 25% del Congreso, hasta la llegada de Bolsonaro, fueron acumulando poder por su movilización social y porque llegan a lugares desfavorecidos donde el Estado no existe.
Incluso el presidente amagó en cambiar la embajada a Jerusalén para agradar a las religiones neopentecostales, pero al final lo ha “pospuesto” ante las quejas de los países musulmanes que compran mucha carne de vacuno.
Adoctrinamiento
Grupos de presión y escuela
El sesgo religioso del nuevo gobierno da fuerza a los grupos de presión evangélicos, que están particularmente interesados en la educación. Esto va a suponer un retroceso cultural y pedagógico que puede costar años de atraso educativo que le puede salir muy caro al país.
En Brasil hay un gravísimo problema en la educación pública y el nuevo gobierno, obviando ese problema, tiene como meta principal eliminar cualquier vestigio de la pedagogía de Paulo Freire, uno de los pedagogos más importantes del siglo XX y probablemente el pensador brasileño con mayor reconocimiento internacional, para colocar la religión en el centro de la educación, y no solo como asignatura religiosa, sino para que también sirva de base hasta para asignaturas como matemáticas, historia y geografía.
Bajo el lema “Escuela sin partido” se pretende buscar el revisionismo en la historia, sobre todo de la dictadura y del golpe de estado militar de 1964. La escuela sin partido fue una invención del nuevo gobierno, que lo que pretende es, con el pretexto de proteger a los estudiantes de la ideología marxista, colocar su ideología fascista dentro de las aulas, sirviéndose de la religión como vehículo fundamental.
A modo de ejemplo, la ministra de la Mujer, la Família y los Derechos Humanos ha dicho recientemente que “dentro de su concepción cristiana, la mujer en el matrimonio debe ser sumisa al hombre. Eso es una cuestión de fe. En el matrimonio el hombre es el líder”.
Esa es la doctrina cristiana que pretenden implementar en la educación del país y que, por otro lado, no es muy diferente de la que defienden en otros países, como por ejemplo Donald Trump.
Ideología
Teología de la prosperidad
Hay que recordar que estas iglesias evangélicas se basan en la teología de la prosperidad que interpreta que la prosperidad y la riqueza suponen una bendición de Dios y que la pobreza es un castigo. Esta teología ideada los años 50 del siglo XX en los Estados Unidos y que resulta perfectamente aplicable a políticas económicas ultraliberales se planteó como contraposición a la teología de la liberación.
Y la religión es tan importante porque hoy en día la disputa ya no es más por la economía, hoy las disputas se centran en la identidad y la religión es un aspecto muy importante. Estos movimientos populistas que están surgiendo se apoyan en un concepto muy manipulable de la identidad.
Aquí en Brasil, se han multiplicado las manifestaciones, actos y actitudes religiosas de las personas en estos tres meses de mandato del nuevo gobierno. Como se ve, la política y la religión nunca estuvieron tan unidas como con el gobierno de Bolsonaro.
Algo común con otros movimientos de extrema derecha de otros países que buscan colocar la religión en el centro de sus políticas, ya sea defendiendo la idea judeocristiana de civilización, ya sea como garante de los valores morales o también como eje central de la educación.
Pero en el futuro los evangélicos se arrepentirán en dar apoyo a este gobierno porque sus políticas económica y social van a perjudicar mucho a las clases más necesitadas que son las que frecuentan más estas iglesias.