¿Fue ‘neutral’ Almagro? No, dicen los hechos

Por Rubén Atahuichi / LA RAZON / La Paz.- De veras creen en la imparcialidad, la neutralidad y la santidad de la OEA? Ahora mismo, el organismo multilateral está en tela de juicio por muchos de sus actos en la región, especialmente su rol en las elecciones en Bolivia de 2019.

El presidente argentino Alberto Fernández dijo que es “una suerte de escuadrón para avanzar sobre los gobiernos populares” y su colega de México, Andrés Manuel López Obrador, quien dijo que “no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie”.

Ni qué decir de Luis Arce, que se hizo eco del mandatario mexicano al decir que la región necesita de un organismo que “respete la autodeterminación de los pueblos y no de cabida a la hegemonía de un solo Estado”.

En ese ámbito de duros cuestionamientos a la OEA no son casuales las actuaciones de su secretario general, Luis Almagro, que resulta implacable con los gobiernos de Cuba y Venezuela, especialmente, y condescendiente con otros países que sostienen una línea hegemónica de Estados Unidos.

Otrora canciller de José Mujica y expulsado en 2018 del Frente Amplio de Uruguay, precisamente por alentar el derrocamiento de Nicolás Maduro, Almagro fue pieza clave antes, durante y después de las anuladas elecciones generales de 2019 en Bolivia. Transitó de manera sospechosa entre amores y desamores con Evo Morales al menos desde 2016.

Entonces había pedido a Morales respetar los resultados del referéndum que le dijo a éste No a la reelección. “Ningún juez puede levantar el dictamen del único soberano: el pueblo”, escribió sobre la iniciativa oficialista de recurrir entonces al Tribunal Constitucional.

Y cuando el tribunal dio su fallo favorable a Morales, Almagro escribió el 29 de noviembre de 2017: “En realidad, el artículo 23 de la Convención Americana de DDHH citado en sentencia del Tribunal Constitucional de Bolivia no contempla el derecho a perpetuarse en el poder”.

Para entonces, Morales comenzaba a hacer planes para los comicios de 2019. En medio de sus afanes apareció Almagro con un discurso cambiado, incluso capaz de molestar a sus admiradores: “Decir que Evo Morales no puede participar, eso sería absolutamente discriminatorio con los otros presidentes que han participado en procesos electorales sobre la base de un fallo judicial reconociendo la garantía de sus derechos humanos”.

Fue en La Paz que dijo eso, el 17 de mayo de 2019, cuando visitó a Morales en la Casa Grande del Pueblo y luego el Chapare, cual si fuera entrañable amigo y aliado político.

 

ALMAGRO CON TUTO, CAMACHO Y MURILLO, ALGUNOS DE LOS GOLPISTAS DEL 2019.

La visita y los halagos no fueron casuales; Almagro perseguía una estrategia: lograr instalar la misión de la OEA en las elecciones y “contribuir a cortar con un proceso de reelección que sobrepasaba el marco legal”. Esto último lo describen los periodistas uruguayos Gonzalo Ferreira y Martín Natalevich en su libro Luis Almagro no pide perdón (Planeta, 2020), para el que hablaron con él 20 horas.

“Había que estar, y la manera de estar era asumir determinadas responsabilidades y retos políticos”, dice Almagro, según el libro.

“Pero yo tenía que tener esa posibilidad de evitar eso (victoria de Morales en primera vuelta), si pasaba. La lógica era la segunda (segunda vuelta). Después te preocupás un poco cuando empieza a dividirse la oposición (se ríe), pero ni así”, complementa Almagro.

Nada más al fallar/suspenderse el sistema de conteo rápido (TREP) el domingo de elecciones, la misión de la OEA pegó el grito al cielo. El TREP es solo una herramienta de información, no es el resultado final, pero sirvió para que los detractores de Morales comiencen a echar sombra sobre los resultados, que en criterio de un estudio de la Universidad de Salamanca no sufrieron modificaciones.

Ahí estuvo Almagro, y su representación en Bolivia ya había discutido las líneas previas con el funcionario estadounidense Kevin O’Reilly cuando se reunieron en La Paz el 25 de julio de 2019 para “levantar la voz” contra el “fraude” tres meses antes de los comicios. ¿Ha sido neutral? Solo sus aliados en Bolivia creen que sí. No fue neutral, fue nefasto.

Rubén Atahuichi es periodista.

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