Evo Morales y el aparato mediático antimasista

Por Julio Peñaloza Bretel / LA RAZON.- Rafael Ramírez es el nombre del periodista del diario La Prensa que el 10 de diciembre de 2008, en un acto realizado en el Palacio de Gobierno, fue apercibido por el presidente Evo Morales, indignado por un titular que decía Evo negoció luz verde con los contrabandistas dos meses antes y que estaba relacionado con un incidente producido en el departamento de Pando en el que supuestamente el gobierno había sido permisivo con el paso de 33 camiones que transportaban mercadería ilegal. El maltrato dispensado a Ramírez duró aproximadamente cinco minutos, con el presidente de la República expulsando del acto al periodista, luego de que éste intentara responder.

El descrito es seguramente el incidente más desagradable que haya podido producirse con periodistas durante las tres presidencias de Morales y el Movimiento Al Socialismo (MAS). En aquella oportunidad el primer mandatario le exigió al responsable de la cobertura en la plaza Murillo que probara sus aseveraciones, cuando lo conducente hubiera sido pedir explicaciones al director del medio, si acaso estaban fundadas en un reclamo argumentado. Pudo más, sin embargo, como en otras ocasiones, la irritación de Evo que a partir de ese comportamiento desató protestas que trascendieron los límites nacionales.

AMBIENTE.

Ocho años después, un enfoque internacional se refería en los siguientes términos al resquebrajamiento de las relaciones gubernamentales con medios de comunicación: “El ambiente en el que trabajan los periodistas bolivianos se ha deteriorado considerablemente desde el inicio del año: acusaciones públicas, intimidaciones, amenazas de procesos judiciales… Reporteros Sin Fronteras (RSF) denuncia los intentos de las autoridades de perjudicar al gremio periodístico y apoya a los periodistas perseguidos en el país (…) El 19 de mayo de 2016, ante los miembros de la Asamblea Legislativa de Bolivia, el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, acusó a la Agencia de Noticias Fides (ANF), así como a los diarios Erbol, El Deber y Página Siete de formar parte de un “cártel de la mentira”.

El ministro hizo esta impactante declaración cuando fue interpelado por los parlamentarios sobre el presunto tráfico de influencias en el que estaría implicada la expareja del presidente Evo Morales (…) Según Quintana, se trata de un escándalo mediático para desestabilizar al país”.

En marzo de 2016, la edición digital de Datos Política afirmaba que Evo mantiene tensa relación con la prensa independiente: “‘Pollos de granja’, ‘vuvuzelas’, ‘agentes de inteligencia’ o del imperio, ‘cobardes’ y ‘narcotraficante’ son algunos adjetivos con los que el presidente Evo Morales calificó a los periodistas desde que ingresó al poder en 2006 (…) ‘La relación entre el Presidente y los periodistas ha sido muy difícil, muy tensa desde el inicio’, aseguró el responsable de la web de El Deber, Carlos Morales, quien afirmó que el Primer Mandatario afirmó varias veces que los medios son sus principales enemigos políticos (…) ‘Los medios de comunicación son mi principal oposición’, repitió con insistencia Morales desde que llegó a Palacio de Gobierno hasta hoy (…) El Jefe de Estado dijo una vez que el 80% de los medios estaba en manos de los opositores, por lo que decidió cambiar esa situación (…) Pese a que la relación entre los medios de comunicación y Morales sigue áspera, el Gobierno siempre negó una persecución, debido a que deja que se publique en su contra y se respalda en que no hay periodistas encarcelados”.

Enfrentamientos en Santa Cruz entre simpatizantes del MAS y sectores de oposición

Según la misma Datos Política, las relaciones entre Evo Morales y los medios internacionales son parecidas: «’El corresponsal de CNN (en Bolivia) es narcotraficante’, dijo Morales en su intervención en Venezuela, al recordar los tres años del deceso del presidente de ese país Hugo Chávez. La cadena internacional rechazó la acusación de Morales porque su corresponsal es una mujer y calificó de peligrosas las declaraciones del gobernante boliviano (…) El presentador y periodista de la misma cadena Ismael Cala no se salvó de Morales. ‘Cobarde, agente del imperio y prófugo de la Revolución Cubana’, dijo Morales de Cala, cuando el Jefe de Estado canceló horas antes una entrevista con CNN en agosto de 2013 (…) En septiembre de 2010, Evo intentó que la corresponsal de BBC Mundo y NTN 24 TV, Mery Vaca, respondiera sobre un comentario racista. ‘Aquí dice que soy un cruce de llama con Lucifer. ¿Eso es o no racismo?’, dijo Evo. Vaca se limitó a decir que no le correspondía a ella responder.”

Lo que Reporteros sin Fronteras y Datos Política no consignan en sus enfoques tiene que ver con una relación saturada de cortocircuitos, pero que fue siempre de ida y vuelta, y para documentar esta aseveración, examinemos cómo Evo Morales se convirtió en el presidente más vilipendiado por medios de comunicación, periodistas y opinadores en la historia contemporánea de los asuntos públicos bolivianos. Cabe recordar que 2008 y 2009 fueron cruciales para el país que se encontraba en proceso de aprobar en las urnas una nueva Constitución Política del Estado. En ese contexto, varios sectores de la oposición política, incluida la oposición mediática, propietaria de la mayoría de periódicos, radios y canales de televisión del país, montaron una virulenta campaña personalizada en la figura presidencial:

Portada diario El Mundo, Santa Cruz de la Sierra, 17 de marzo de 2008. (Titular a propósito del encuentro entre el presidente Evo Morales y el futbolista argentino Diego Armando Maradona en alusión a la temática coca-cocaína): “Evo exporta Diego consume”.

Arturo Mendivil, Radio Oriental, Santa Cruz de la Sierra, 28 de abril de 2008. Comentario: “Qué pasaría si tenemos un colla hijo de puta, un colla hijo de puta, que dice que nosotros estamos construyendo la separación de Bolivia, …esos engendros de llama y piedra… nos han tenido agarraos de los huevos estos collas malditos. ¡Carajooo! Ya está de buen tamaño que estos collas infelices, malditos, crean que aquí la juventud es mierda. Nuestra juventud es mucho más altanera y llena de ansias de superación y no como la raza de los collas que solamente buscan la teta del Estado o buscan la coca o buscan la cocaína o buscan el atraco. Esa la diferencia entre collas y cambas.”

Portada diario El Mundo, Santa Cruz de la Sierra, 17 de agosto de 2008. “Excelentísimo asesino Presidente de los Bolivianos”: Rubén Costas, prefecto (luego gobernador) del departamento de Santa Cruz.

Jorge Melgar, revista informativa en Canal 18, «Televisión del Norte», en Riberalta-Beni, septiembre-octubre de 2008. Comentario: “Odio esa raza maldita, esta (muestra dedo anular), no va a poder este (Evo Morales) indio analfabeto ignorante. Pero creo que se está acercando la hora de que él sea liquidado físicamente, me refiero a Evo Morales, Álvaro García Linera, el ministro de Gobierno Rada, el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana… No pisa más el indio maldito esta región.”

Diario La Razón, La Paz, columna de Humberto Vacaflor, 26 de octubre de 2008, acusa al Presidente de ser asesino, narcotraficante y de tener un afeminado Vicepresidente. “Nosotros, los sucios periodistas, no hemos pedido a las Fuerzas Armadas que usen a sus oficiales como terroristas para atacar un medio de comunicación. En cambio, el Presidente lo hizo al ordenar que dos de los oficiales del Ejército que están a cargo de su seguridad vayan a matar bolivianos en Yacuiba el 21 de junio pasado. El anterior presidente que usó a las Fuerzas Armadas para atacar medios de comunicación y afectar a la democracia fue Luis García Meza, el anterior presidente acusado de ser narcotraficante” (…) “Nosotros, los sucios periodistas, no hemos hecho comentarios sobre las dudas que tiene la gente acerca de los hijos del Presidente, que solo se prestan a aparecer cuando hay una campaña proselitista en que se quiere demostrar que a Morales le gustan las mujeres. Ni se ha hecho comentario alguno sobre todo lo que se dice acerca de su también afeminado vicepresidente”.

Carlos Valverde, marzo de 2009, Cadena A de televisión, programa ‘Sin Letra Chica’. Comentario: No pues don Evo, un poquingo más, un poquingo más, ya la tiene la inteligencia en palacio, hágala llegar a su oficina presidente () lo que ha dicho es una sandez, hágame el favor, puta madre, lo vamos a dejar pasar por alto, no pue (…) Presidente, usted no piensa y lo que dice es mentira. Yo no voy a poner in extenso la triste declaración del presidente de la República (Evo Morales) rodeado o más bien compadecido por Chávez (Hugo) que tiene la malacrianza de tratarlo como a un muchacho de mierda a Evo Morales, ¿tanto cambiaste viejo, tanto cambiaste por una pega?, ¿tanto cambiaste por una pega pendejo? Ay pelotudo, pelotudo público, en la misma estupidez yo no he visto a un hombre que cometa tantas estupideces juntas, vaya uno a saber por qué, saltando mientras baila, debe tener una cosa en el culo que le estorba porque no puede quedarse quieto, vaya uno a saber cuáles serán sus gustos, eso es problema de él (Evo Morales).

ACTIVISMO.

Autonombrarse periodista “independiente” y estigmatizar a la competencia como “paraestatal”, le valió al periodismo antimasista el contraataque furibundo del ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, que calificó como “cártel de la mentira” a cuatro medios que sostuvieron diariamente la trama Gabriela Zapata-CAMC que terminaría incidiendo en el resultado del referéndum que el 21 de febrero de 2016 le dijo No a una nueva repostulación a Evo Morales.

En realidad, el término paraestatal le fue útil a su inventor, Raúl Peñaranda, para diferenciar a los medios supuestamente favorecidos con la torta publicitaria del gobierno de los que se encontraban en la vereda de enfrente, es decir en la del activismo que de independiente solo tiene el nombre, ya que sus tareas exhibían un barniz periodístico para encubrir operaciones de activismo político asesorado por agencias norteamericanas , aspecto que fue notorio cuando el mismo exdirector de Página Siete se dedicó a acosar, adoptando el papel de un fiscal obsesivo, a medios como ATB y La Razón durante el gobierno de facto presidido por Jeanine Áñez, secundado por Rafael Archondo, que fuera embajador del gobierno de Evo Morales en Naciones Unidas.

No hubo ni hay medios paraestatales en Bolivia y tampoco medios independientes y eso se puede corroborar con las pautas publicitarias otorgadas por los gobiernos de Evo Morales a medios contrarios a la línea oficialista —sobre todo televisivos—, y de la misma manera se puede constatar que, con un elemental análisis de contenidos, estaciones televisivas como PAT y ATB jugaron al pluralismo en unas ocasiones y al equilibrismo informativo en otras. Lo cierto es que con todos estos antecedentes acumulados a lo largo de 14 años, la mayor parte de los medios masivos tradicionales —radioemisoras, canales de televisión, diarios— han explicitado líneas informativas y de opinión abiertamente antimasistas, poniendo en evidencia que la cantaleta sobre la existencia de un periodismo independiente es nada más que una impostura con bases pretendidamente principistas.

En la actualidad Evo Morales ya no es presidente de Bolivia, pero los medios que se encargaron de montar campañas sistemáticas contra su figura y su gobierno no han variado un ápice sus políticas editoriales, informativas y de opinión, ahora desplegando una ansiosa agenda diaria para querer despejar dudas acerca de si el gobierno de Jeanine Áñez fue o no producto de un golpe de Estado. Independientemente de ello, muy poco, casi nada, estos medios se han referido al carácter autoritario y violatorio de los derechos humanos que caracterizó el régimen dominado en acciones y decisiones por personajes como Arturo Murillo, ministro de Gobierno, y Óscar Ortiz, senador y luego ministro de dos carteras que terminó destituido por Jeanine Áñez el 28 de septiembre de 2020.

Las clases medias urbanas a las que Evo Morales calificó despectivamente de “pititas”, estallaron de ira porque al escamoteo del referéndum del 21F de 2016 se añadía ahora un presunto fraude sustentado en la suspensión del conteo preliminar no oficial a cargo del Tribunal Supremo Electoral. En tal escenario, las movilizaciones civiles iniciadas el 21 de octubre desembocaron en motines policiales y en una toma de posición de las Fuerzas Armadas que se convirtieron en los brazos represivos de un pretendido levantamiento popular contra el prorroguismo y el presunto robo electoral a cargo del Movimiento Al Socialismo (MAS) en favor de su jefe supremo.

Con la renuncia de Evo Morales por la tarde del domingo 10 de noviembre de 2019, comenzó a funcionar una maquinaria mediática inaugurada con el anuncio de Jeanine Áñez a través de la red televisiva Unitel, desde la ciudad de Trinidad, en sentido de que le tocaba asumir la presidencia del Estado en su condición de segunda vicepresidenta de la Cámara de Senadores, salida definida por fuera de la institucionalidad democrática del país.

Añez, el 12 de noviembre de 2019 en Palacio de Gobierno

¿Qué hacían representantes de la Conferencia Episcopal, tres embajadores, dos exdefensores del Pueblo, el presidente de una fundación católica, dos candidatos, el jefe de un partido que no participó en elecciones, un amigo de la Embajada de Estados Unidos y expresidente del país, su asesor abogado y otro abogado más representando al Comité Cívico pro Santa Cruz, decidiendo los destinos de Bolivia, superponiéndose a la Asamblea Legislativa Plurinacional y prescindiendo de la Defensoría del Pueblo en momentos de la extrema convulsión y violencia que soportaba Bolivia? Respuesta: Se ponían de acuerdo para que la senadora Áñez asumiera el mando del país y buscaban los mecanismos con apariencia constitucional para que así sucediera.

La coyuntura nos dice que el sentimiento de culpa de Página Siete es descomunal. Si el presidente de su directorio, Raúl Garafulic Lehm, prefiere, monumental, como le gustaría decir al candidato al que su diario respaldó en las campañas de 2019 y 2020, con la generación de encuestas que lo ayudaran. Resulta que la realidad superó los groseros márgenes de error de dichos estudios de opinión, especialmente los relacionados con el triunfo del binomio masista Arce-Choquehuanca, y para querer justificar sus acciones utilizan tendenciosamente las actuaciones de Adriana Salvatierra, Susana Rivero y Teresa Morales, que fueron las testigos clave de una sucesión presidencial precipitada, chapucera e ilegal. De no haber estado presentes ellas para constatar que todo ya estaba decidido y que solo restaba operar el asalto al poder en el Senado, Unitel, Página Siete y todos los medios alineados con la defenestración de Morales, estarían cómodos sin la necesidad de fabricar aclaraciones que lo único que hacen es oscurecer aún más los penosos intentos de defender lo indefendible.

A partir de ese 10 de noviembre de 2019, la estructura mediática opositora al MAS insiste en instalar un relato insostenible desde la rigurosidad de los hechos. Para eso publicó dos bodrios en forma de libros carentes de la mirada serena y rigurosa que solo permite el transcurso de un tiempo razonable. Es comprensible, a Garafulic debe incomodarle que le llamen golpista. Nada más le falta el intento de querer demostrarnos que el de Banzer en 1971 tampoco fue un golpe de Estado.

LINK DE LA NOTA: https://www.la-razon.com/nacional/2021/06/27/evo-morales-y-el-aparato-mediatico-antimasista/

Los senadores que impusieron la presidencia de Jeanine Áñez

Por Julio Peñaloza Bretel / LA RAZON.- Aproximadamente a las seis de la tarde del domingo 10 de noviembre de 2019, en la residencia de la Embajada de México situada en la exclusiva Rinconada de la ciudad de La Paz, llegó, vía celular, un mensaje que confirmaba las renuncias de Evo Morales y Álvaro García Linera a la presidencia y vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia. El mensaje era taxativo, pues se trataba de una instrucción que no admitía debate: los representantes parlamentarios del MAS en la línea sucesoria constitucional debían renunciar a sus cargos para que no se produjeran dudas acerca de las características conspirativas y golpistas con las que se estaba operando la sucesión presidencial.

En tal escenario, Evo Morales y Carlos Mesa coincidían, por motivaciones obviamente opuestas, en que Adriana Salvatierra no debía asumir la presidencia del Estado. El argumento de preservar la vida de Evo era una prioridad y por ello, el lunes 11 de noviembre, en reunión realizada en la Universidad Católica con los articuladores de la anulación de las elecciones y la renuncia de Morales, a fin de acelerar los acontecimientos, se trataba en primer lugar de generar las condiciones para la salida de Bolivia de los exmandatarios, sanos y salvos. La violencia, los secuestros, las quemas de viviendas de parlamentarios y dirigentes, las órdenes de detención policial contra dirigentes masistas, pero sobre todo contra quienes formaban parte de la línea sucesoria constitucional eran objeto de una gran manipulación mediática para generar la versión de una pretendida —¡y heroica!— gesta civil.

Un oficial coloca la banda presidencia a Jeanine Áñez. Foto: Óscar Ortiz

Tuto Quiroga se encargó de comprometer al comandante de la Fuerza Aérea, general Jorge Gonzalo Terceros, para que tal condición, previa a cualquier diálogo, se cumpliera. Las representantes del MAS que conversaron con Quiroga entre el  lunes 11 y el martes 12 no sabían que cuando Morales, García Linera y Gabriela Montaño aterrizaron en Chimoré (domingo 10 por la noche) estaban siendo inicialmente conducidos a la zona militar del aeropuerto muy probablemente para ser detenidos, decisión cambiada por el piloto de la nave ante una advertencia hecha por García Linera, que dijo que con la marea cocalera que esperaba en la plataforma principal podía generarse una tragedia espeluznante. Una vez en tierra, los exmandatarios y la exministra de Salud fueron envueltos por sus compañeros hasta ser internados monte adentro, donde policías y militares no pudieran llegar para capturarlos.

Para Evo Morales el golpe se tornaba en la estrategia perfecta, el hecho político que borraría casi mágicamente la ira que provocó violar la voluntad ciudadana del referéndum del 21 de febrero de 2016. Para los instauradores de la versión del fraude era la oportunidad de expulsar al MAS del poder y para siempre, y es ahí donde encaja la declaración de Mesa del mismo domingo 10: Salvatierra o cualquier otro masista no debían acceder a la sucesión presidencial, lo que en otras palabras significaba violar el artículo 169 de la Constitución y el reglamento de la Cámara de Senadores que exige la composición de la directiva con los representantes de la bancada mayoritaria en la presidencia y en la primera vicepresidencia.

Bronca

Mesa actuaba movido por la bronca de la derrota. En su fuero interno sabía que había perdido en las urnas y la estratagema en sociedad con los observadores de la OEA enviados por Luis Almagro era armar un escenario insoportable: los masistas, no contentos con haber escamoteado el resultado del 21F a través de una figura forzada por el Tribunal Constitucional —ser reelegible como derecho humano—, pretendían imponer un triunfo viciado de nulidad, del que hasta el día de hoy, dicho sea de paso, no se tienen pruebas fehacientes e irrefutables. A partir de ese momento, a Evo le empezaba a funcionar la instalación de la matriz del golpe de Estado, cosa que probablemente no hubiera sucedido si Mesa, Camacho y compañía optaban por política con la cabeza y no con el hígado, orientando su estrategia a que el MAS asumiera la sucesión según el precepto constitucional para someterlo a un desgaste final con la convocatoria a elecciones en 90 días y en ese breve lapso, lograr que la victoria contra Evo se diera en las urnas, legítima e irreversible, frente a otro binomio azul.

Mesa, Doria Medina, Ortiz, Jerjes Justiniano representando a Luis Fernando Camacho, Tuto Quiroga y sus “facilitadores” hicieron todo lo contrario. Decidieron y actuaron de acuerdo a lo que el MAS necesitaba para recomponerse en el lapso que al final se extendió por casi un año, aunque el precio en vidas humanas terminara siendo irreparable. Primero con Evo viajando entre México, Buenos Aires y La Habana en plan víctima internacional, recibido con honores y gestos de admiración por los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Alberto Fernández. Segundo, intensificando una campaña sobre la ilegalidad/ilegitimidad de la presidencia asumida por Jeanine Áñez, que facilitó aún más las cosas cuando fue proclamada candidata (alianza Juntos) con el propio Mesa afirmando que con su intempestiva decisión se podría pensar que efectivamente su gobierno era producto de un golpe de Estado.

Evo decidió que Salvatierra no asumiera la presidencia del Estado para cuadricular como golpistas a quienes forzaron su renuncia. Mesa se hizo el despistado con la sucesión constitucional, convencido de que el MAS quedaría afuera del poder sin opciones de retorno. El tiempo transcurrido nos informa que la sagacidad del cocalero bloqueador de carreteras terminó imponiéndose a la ilustración desangelada del candidato de Comunidad Ciudadana, perfectamente mal asesorado. La sucesión que se produjo fue un garabato producido en tres reuniones —la primera sin representantes del MAS— auspiciadas por curas, embajadores de la derecha internacional y un par de exdefensores del Pueblo en las que las representantes del MAS —Salvatierra, Rivero, Morales — se limitaron a decir que no podían actuar sin consultar previamente a sus bancadas. Aguantaron y dieron la cara frente a unos mediadores con la camiseta opositora bien puesta bajo la dirección de monseñor Eugenio Scarpellini, secundado por el embajador de la Unión Europea León de la Torre.

Los hechos quedaron a la vista de la ciudadanía. Los negociadores —los expertos en Derecho Penal los llamarían instigadores— armaron las condiciones para una sucesión trucha, usando un comunicado de prensa del Tribunal Constitucional que seguramente era “lo más cercano a la Constitución” según Waldo Albarracín —el ipso facto pensado por Luis Vásquez Villamor—, poniendo en entredicho su transparencia como abogado con experiencia en derechos humanos, pues bien sabe que no hay un instrumento legal interpretativo para determinar, en este caso, la sucesión constitucional que llega solamente hasta el presidente de la Cámara de Diputados, y de ninguna manera a una segunda vicepresidencia por minoría del Senado, tal como aconteció con Jeanine Áñez, por más que otros abogados de dilatada trayectoria pública, para comenzar el propio Vásquez Villamor, argumentaran el “derecho prevalente (evitar un supuesto vacío de poder), porque fue imposible lograr el quórum con la bancada oficialista por su falta de voluntad”, una falsedad que la propia Adriana Salvatierra se ha encargado de desmentir en entrevista con la directora de La Razón, Claudia Benavente (Piedra, papel y tinta, 17 de junio de 2021).

Sucesión

Los negociadores o instigadores de la inconstitucionalidad llegaron hasta las puertas del Senado que el 12 de noviembre fueron cerradas por Óscar Ortiz, Arturo Murillo y Jeanine Áñez para cocinar la materialización de la sucesión: 1) El senador Ortiz acompaña en helicóptero a la senadora Jeanine Áñez a una reunión con Luis Fernando Camacho. ¿Los militares operativizando el cambio de mando presidencial? Sí. Los mismos que le sugirieron a Evo Morales renunciar. 2) El senador Murillo reconoce ante un funcionario del Senado que lo que van a perpetrar es inconstitucional, pero que hay legitimidad conseguida con las movilizaciones callejeras. 3) Jeanine Áñez recibe a la jerarquía de la Iglesia Católica en el despacho de la presidencia del Senado, oficina de la que dispone sin pedir permiso cuando todavía ni siquiera se había armado el sainete con el que se la habilita como presidenta de la Cámara Alta. 4) No hay registro de instalación de sesión de la Cámara en que se elige presidenta del Senado a Áñez, ni siquiera una sin quórum. Lo que se produce es nada más que un simulacro. 5) El senador Ortiz controla los accesos al edificio de la Asamblea Legislativa Plurinacional con “pititas”, policías y militares. Salvatierra y Rivero, presidenta en ejercicio de la Cámara de Diputados, son impedidas de ingresar a la plaza Murillo por los uniformados (miércoles 13 por la tarde), uno de los cuales zamarronea a la presidenta del Senado y amaga con llevársela detenida, incidente que no tiene registro audiovisual, o que si existe fue cuidadosamente archivado por los medios afines a la conspiración senatorial. 6) El senador potosino Edwin Rodríguez, que en su momento formara binomio por los Demócratas junto a su colega Ortiz, y renunció a su candidatura para apoyar entre líneas a Mesa, es sustituido por su suplente sin justificación alguna. Él manifiesta que había entablado negociaciones con senadores del MAS para recomponer la directiva de la Cámara. 7) Los senadores del MAS Omar Aguilar, Efraín Chambi y Eva Copa establecen trato fluido y continuo con su excolega senador Murillo que el 13 de noviembre jura como ministro de Gobierno. Conforme se va consolidando el régimen de facto, Copa elude comunicarse con Evo Morales, que en ese momento ya se encontraba en Ciudad de México en calidad de asilado político.

Jeanine Áñez con el clero de la Iglesia Católica antes de proclamarse. Foto: RTP

De facto

El 24 de enero de 2020, Jeanine Áñez ya no era solo presidenta transitoria de facto. Se convirtió en candidata para las elecciones que serían dos veces pospuestas con el pretexto del “estado de excepción” al que nos somete la invasión del coronavirus. Sus colegas senadores recibieron datos de una encuesta que la apuntaban como la opción de la unidad para enfrentar al MAS. Se emocionaron de tal manera con la posibilidad que creyeron tocar el cielo con las manos y en ese exacerbado estado de ánimo gobernaron operativizando tareas, que ahora se develan: 1) Decreto que libera de responsabilidades penales a militares ante la inminencia de la represión y masacre en Sacaba-Huayllani, Senkata y El Pedregal. 2) Combate a la pandemia con la compra irregular de unos respiradores que nunca funcionaron. 3) Combate a “sediciosos” y “terroristas” con gases lacrimógenos que también se compran a través de un business armado entre Murillo y sus amigos de juventud expertos en la materia, prófugos de la Justicia paraguaya, entre otros datos de prontuario. 4) Criminalización, persecución, apresamiento, detenciones domiciliarias, detenciones en centros médicos, extorsiones concertadas entre el poder político y fiscales, torturas, conjunto de acciones represivas contra exautoridades, dirigentes sociales, empresarios y exfuncionarios gubernamentales de la última administración de Evo Morales. 5) Puesta en funcionamiento de un aparato persecutor mediático (Unitel, Brújula Digital, Página Siete y un largo etcétera) con participación de civiles que hacen vigilias en puertas de domicilios particulares a cambio de vales para hamburguesas. 6) Permisividad con organizaciones irregulares como la Resistencia Juvenil Cochala que siembran el terror en la zona Sur de la ciudad. En resumidas cuentas, violaciones a los derechos humanos a la orden del día. ¿Y la presidenta de la Asamblea Permanente, Amparo Carvajal? Bien, gracias. Sigue en el cargo.

Hacia los seis meses de su ejercicio, el de Áñez se consolidó como un gobierno virulento en el literal sentido de la palabra. Murillo amenazaba, reprimía y giraba de cacería por todo el país. Ortiz continuó como senador hasta que en junio se contagió de COVID-19 ya como ministro de Desarrollo Productivo, que lo dejó fuera de combate por aproximadamente un mes para regresar directamente en julio a ocupar la cartera de Economía y Finanzas Públicas. Ortiz estaba en todas y en el show televisivo de estos días no figura. Parece haber quedado convenientemente escondido, perdiéndose de vista su rol como negociador en las reuniones de la Universidad Católica y como parte del equipo de senadores junto al propio Murillo, Áñez y Yerko Núñez de una sucesión en que una parte del partido de Rubén Costas, los verdes del Movimiento Demócrata Social (MDS), es decir ellos mismos, tomaron el control del gobierno.

Una vez capturado y consolidado el nuevo poder, los senadores Ortiz, Murillo y Núñez, según diversas versiones periodísticas, efectuaron declaraciones públicas vinculadas a aprietes contra empresarios sindicados por afinidad al MAS, que sufrieron presiones y extorsiones judiciales, y de otros negocios vinculados al diésel y a la gasolina.

Luis Fernando Camacho, protegido por un aparato de expertos guardaespaldas extranjeros durante los 21 días de la crisis de 2019, hijo de un empresario al que se vincula con el paramilitarismo del golpe de Banzer en 1971, es de convicciones anticomunistas, lo mismo que Tuto Quiroga y Óscar Ortiz, de acuerdo al manual de las dictaduras militares de los años 70. Al igual que Mesa y Doria Medina coinciden en que era hora de eliminar del sistema político a Evo Morales, un nacionalista de izquierda,  defensor de la soberanía de los recursos naturales, y de ninguna manera un socialista o comunista como lo pudieron haber sido Fidel Castro y el Che Guevara. Ese enceguecimiento caracterizado por una equivocada lectura sobre su perfil ideológico, los llevó a actuar de manera precipitada y sin horizonte estratégico. No previeron que a Murillo y a su aparato no les interesaba el país, ni proyecto político alguno. Solamente llegaron a tomar el poder para hacer unos cuantos negocios groseros que les pudieran asegurar el futuro cuando éstos quedaran fuera de la actividad pública.

Plan B

El Plan B era Jeanine presidenta. Sí o sí. Habría que corregir al autor de la frase, Samuel Doria Medina, en sentido de que ese fue desde un principio el Plan A de representantes políticos, Iglesia Católica y Unión Europea. Y para su ejecución armaron una figura pretendidamente jurídica en forma de comunicado institucional que no se sostiene constitucionalmente. Los participantes de las reuniones de la Universidad Católica fueron los negociadores del golpismo. Los senadores Ortiz, Murillo, Áñez, y un poco más atrás Núñez, son los autores de la consumación de los hechos. Un golpe de Estado es la toma ilegal del poder, más específicamente de la presidencia de un país, y eso es lo que sucedió entre el 10 y el 12 de noviembre de 2019.

Jeanine Áñez ha sido la víctima propiciatoria de este plan alocado, producto de la ansiedad y un grado de improvisación de gravísimas consecuencias para Bolivia. El golpe, a la larga, fue funcional al MAS. Regresó al poder luego de un paréntesis de un año con un contundente triunfo en las elecciones del 18 de octubre de 2020, sin que se necesitara al insustituible Evo en la papeleta. El precio más alto de este atentado contra la institucionalidad democrática es el de la masacre de 37 ciudadanos, cuyas familias hasta ahora no encuentran justicia.

La Razón publica una serie de artículos relacionados con el poder y los medios de comunicación en Bolivia. El periodista Julio Peñaloza Bretel investiga trayectorias de la esfera política con peso específico, así como las relaciones complejas y conflictivas entre personalidades públicas y la estructura mediática urbana dominante. La base de esta propuesta está inspirada en la necesidad de acudir a la memoria para combatir el olvido y el desconocimiento.