Por Rubén Atahuichi / LA RAZON / La Paz.- Senadora aún, Jeanine Áñez llega a la Asamblea Legislativa con una cápsula de seguridad, de policías motorizados, vehículos blindados y hombres de negro. La recibe el expresidente Jorge Quiroga y sus colegas senadores de Unidad Demócrata (UD).
Es 11 de noviembre de 2019, un día después de la renuncia del presidente Evo Morales y un día antes de su proclamación.
Entonces había llegado de Trinidad a El Alto en un vuelo de emergencia y de El Alto a La Paz, en un helicóptero oficial.
Era señalada como sucesora del mandatario dimisionario, a juzgar por sus declaraciones previas y el operativo policial-militar montado para su llegada a la sede de gobierno en medio de una crisis política derivada de unas cuestionadas elecciones generales por parte de la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Era la segunda vicepresidenta de la Cámara de Senadores, lejos de la sucesión constitucional, a pesar de las renuncias verbales de la presidenta de ese órgano legislativo, Adriana Salvatierra, de la bancada de dos tercios del Movimiento Al Socialismo (MAS), y del titular de Diputados, Víctor Borda, también del MAS.
Para entonces, incluso había renunciado el primer vicepresidente de Senadores, Rubén Medinacelli (MAS). Solo quedaba en funciones la primera vicepresidenta de la Cámara de Diputados, Susana Rivero (MAS).
En una entrevista con el streaming La Razón Radio, el 19 de febrero de este año, la expresidenta de la Cámara de Senadores Eva Copa develó que la actuación entonces de la oposición y los detractores del gobierno de Morales fue estratégica: atacar a los cuadros de la sucesión constitucional del MAS: “Adriana nos dijo que la estaban esperando con una citación de aprehensión en el aeropuerto (de El Alto) y tuvo que irse a asilar a la Embajada de México, a Medinaceli le pusieron dinamita en su casa de Oruro, iban a hacer explotar si no renunciaba, y al hermano del diputado Borda lo agarraron y corretearon en la plaza (en la ciudad de Potosí)”.
Morales había renunciado entonces en medio de un conflicto cívico, un motín policial iniciado dos días antes en Cochabamba y la sugerencia de las Fuerzas Armadas de renunciar presentada por su comandante, el general Williams Kaliman.
Eran las 16.50 del 10 de noviembre cuando el mandatario renunció en Chimoré, en el Chapare, acompañado del vicepresidente Álvaro García y la ministra de Salud, Gabriela Montaño.
Esa noche, a las 18.45, Áñez se declaró potencial sucesora de Morales. “Estoy en la Segunda Vicepresidencia (del Senado) y en el orden constitucional me correspondería asumir este reto con el único objetivo de llamar a nuevas elecciones, de pacificar al país y de que todo vuelva a la normalidad”, declaró a la red Unitel.
Según la Constitución Política del Estado (CPE), la línea sucesoria ante la renuncia del mandatario continúa con el vicepresidente del Estado, el presidente de la Cámara de Senadores y, finalmente, el titular de la de Diputados.
A insistencia de la periodista, que preguntó si le correspondería asumir la jefatura del Estado, la senadora respondió que “es correcto, que ésa sería la sucesión”.
Sin embargo, adelantó algo que no ocurrió después. “Tendría que convocarse a una asamblea para poner en consideración la renuncia de los primeros mandatarios; yo espero que tengamos quórum necesario porque el país sabe que el MAS tiene dos tercios”, dijo.
“Primero tengo que convocar a la Asamblea para la consideración de las renuncias, en ese sentido es que viene la sucesión constitucional; así lo establece la propia Constitución”, insistió la legisladora de oposición, quien aclaró que “esto es transitorio”, mientras sean convocadas las nuevas elecciones y sean nombrados los nuevos vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Al día siguiente, lunes 11 de noviembre, el país se encontraba en vilo; Morales y García habían partido a México, donde se refugiaron después, y se abría un par de días de desgobierno en medio de disturbios sociales.
Un operativo de emergencia fue montado para trasladar a Áñez de Trinidad a El Alto, ella había dicho que “no tenía condiciones” para un vuelo particular. Su ingreso a la plaza Murillo —a las 14.04— fue apoteósico, en medio de fuertes medidas de seguridad, colegas suyos y la expectativa de los medios de información.
EL MENSAJE
Nada más al bajar de un vehículo oficial, fue recibida por Quiroga, quien fue el operador político de la transición. Ambos se abrazaron efusivamente.
En segunda línea, su colega senador Arturo Murillo hizo lo mismo, y en medio de ese abrazo tan familiar le dijo algo al oído. El legislador cochabambino se convertiría después en el hombre fuerte del nuevo gobierno.
Luego se sumaron a su entorno, muy sonrientes y emocionados, los también senadores Yerko Núñez, María Elva Pinckert, también ministros después.
Ya dentro del edificio de la Asamblea Legislativa, se instaló en las escaleras que guían hacia la Cámara de Senadores. “Esto es por Bolivia, queremos la pacificación del país. De manera constitucional, voy a asumir primeramente la presidencia del Senado”, adelantó un tanto agitada.
La legisladora manifestó su seguridad respecto de los acontecimientos posteriores en la Asamblea Legislativa. Ya se sabía presidenta del país, insistió en que lo que se viene se trata de una situación “simplemente de transición” y que va a llamar “a alecciones con personalidades probas” y “con la bendición de Dios”.
Ese “mensaje al pueblo” se convirtió luego en una conferencia de prensa. Los periodistas abundaron en preguntas relativas a la sucesión constitucional pendiente.
Y Áñez habló de la recomposición de la Cámara de Senadores. “Vamos a convocar hoy mismo a sesión de senadores para que podamos mañana tratar las renuncias que han sido presentadas”.
Garantizó la asistencia de todos los legisladores. “El momento en que estemos convocándolos, tengan la seguridad de que nada les va a pasar”, afirmó.
Consultada sobre si pudo hablar con el comandante de las Fuerzas Armadas (Kaliman), Áñez dijo: “Ellos están comprometidos con las fuerzas cívicas”.
Esa noche, los disturbios se incrementaron, especialmente en La Paz y El Alto. Un clima de tensión caracterizaba el ambiente.
A través de un video, en el que se atribuyó la presidencia de la Cámara de Senadores, Áñez conminó a Kaliman a desplazar fuerzas militares en las calles. “No queremos muertos en este país; si hay alguna persona que cae después de esta solicitud (…) es de su entera responsabilidad”, advirtió.
Para entonces, la Unión Europea, la Iglesia Católica y representantes políticos, como Quiroga, Samuel Doria Medina y Ricardo Paz, además de activistas como Waldo Albarracín y Juan Carlos Núñez, y algunos embajadores, entre ellos León de la Torre, habían intentado un acuerdo extralegislativo en ambientes de la Universidad Católica, en La Paz.
El cabildeo continúo al día siguiente, 12 de noviembre. En una entrevista con la transmisión Piedra, papel y tinta, de La Razón, Rivero, entonces vicepresidenta de la Cámara de Diputados, denunció que la ignoraron en las negociaciones. Dijo que Doria Medina develó un “plan B” en caso de que el MAS no tome decisiones; ese plan B era Áñez.
En la noche, en cuestión de 11 minutos y 20 segundos, la senadora se proclamó titular de la Cámara de Senadores, primero, y presidenta del Estado, después. No hubo lectura de alguna resolución, tampoco quórum y, como denunció Copa, la bancada del MAS fue impedida de ingresar al hemiciclo, que había cordones de policías, militares y grupos civiles que controlaban el paso.
Proclamación de 11 minutos y 20 segundos
Los sendos actos con los que la otrora senadora Jeanine Áñez se proclamó titular de la Cámara de Senadores, primero, y presidenta del Estado, luego, duraron apenas 11 minutos y 20 segundos.
Aquel 12 de noviembre de 2019, segundo día de desgobierno en el país luego de la renuncia del presidente Evo Morales, la legisladora beniana se atribuyó la convocatoria a sesiones en su condición de segunda vicepresidenta.
Ese tiempo corto comenzó su cuenta regresiva cuando, en la Cámara de Senadores, Víctor Hugo Zamora fue encargado por Áñez de repasar el quórum. “No está en condiciones, por no existir el quórum suficiente para instalar la sesión”, respondió el legislador.
Enseguida, Áñez suspendió la sesión y acto seguido pidió a sus colegas senadores permitirle hacer una “aclaración a la opinión pública sobre el carácter legal” de sus actuaciones.
Comenzó a justificar sus nuevas funciones. Sin leerlo, apeló al inciso a) del artículo 41 del Reglamento General de la Cámara de Senadores: “Reemplazar a la Presidenta o Presidente (del Senado) y la Primera Vicepresidenta o Vicepresidente, cuando ambos se hallen ausentes por cualquier impedimento”.
“Corresponde a mi persona asumir la presidencia de este ente camaral”, justificó entonces.
Luego bajó por las gradas hacia el hemiciclo de la Cámara de Diputados y allí, poco más de seis minutos después, otra vez sin quórum ni la revisión de la asistencia, y en ausencia de diputados y senadores del MAS, abrió el acto; esta vez solo ella habló. Comenzó directamente a leer los argumentos de la “sucesión constitucional”, en la que, luego de resaltar la ausencia del MAS, hizo un repaso de las movilizaciones cívicas y políticas, el informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) y las ausencias físicas de Morales, Álvaro García y la dimisionaria Adriana Salvatierra.
Áñez siguió con la lectura de su texto; a los 10 minutos y 30 segundos de haber comenzado su periplo en la Cámara de Senadores comenzaba su declaratoria de sucesión en la Asamblea Legislativa. “Como presidenta de la Cámara de Senadores asumo de inmediato la presidencia del Estado prevista en el orden constitucional y me comprometo a asumir todas las medidas necesarias para pacificar el país”, arengó.
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