El nuevo relato de la Corporación Mediática Empresarial Política de Bolivia

Por Jorge Richter / LA RAZON.- La Corporación Mediática Empresarial Política trabaja incesantemente. En forma coordinada con los actores visibles de la trama guionizada del neogolpismo tiene un nuevo objetivo que ya no es de ataque como en los tiempos preelectorales. Hoy la narrativa con la que buscan desfigurar los hechos de 2019 busca la creación de un imaginario escenario que es la consecuencia de su triple derrota: el fracaso del noviembrismo, la capitulación ante el movimiento popular en agosto y el dramático resultado electoral del 18 de octubre. Tres momentos que son el efecto de haber forzado la secuencia constitucional en un intento de restaurar regresivamente el Estado neoliberal y su lógica de clases dominantes y segregacionistas. Para ello, generaron un proceso de ruptura institucional que concluyó de la forma que solo su miedo más profundo podía imaginar. El fallido intento de consolidación de un Estado y una sociedad con participación recortada produjo muerte, heridos y apresamientos. Ante ello, el conservadurismo opositor de hoy busca desesperadamente un constructo narrativo de posverdades excusativas que sean benignas con lo sucedido en aquellos días, pero fundamentalmente, con sus más identificados propulsores. La narrativa ficcional busca impunidad y excusar de responsabilidades a quienes desencadenaron el episodio golpista.

Quedar históricamente asociado como actor participante de una programación rupturista, ya indeleblemente señalada como golpe de Estado, produce desenlaces políticos, personales y por supuesto, también jurídicos. Conocemos que la historia ya ha referido de forma abundante al accionar del coronel Alberto Natusch Busch, por encima de las consideraciones personales positivas que varios autores destacaron en él, su nombre permanece asociado y registrado como el sello del golpe de Estado de Todos Santos. Su figura también representa la imagen de 15 días de muerte y espanto. Se ha escrito que fue un hombre de prodigiosa inteligencia y características afables, pero terminó abrazado a un proceso de ruptura institucional que las ciencias sociales categorizan como golpismo.

Cuando se produce un estado de crisis, de tensiones y conflictos, la primera víctima es la verdad, pues la industria de la posverdad se aligera y recrea realidades deformadas. Un espacio que utiliza los sesgos sociales de aquello que nos forzamos a pensar urgidos por ansiedades que requieren ser validadas y que en la confusión de opiniones, inexactitudes y relatos inagotados diluyen la claridad entre realidad e irrealidad para instalar contrahechos adulterados. El objetivo general es dificultar las diferencias, confundir, distorsionar, embarrar y desordenar para “introducir una especie de visión cínica” sobre lo que denominan Sucesión Constitucional. El objetivo político hoy está en buscar impunidad para quienes generaron los hechos de noviembre de 2019.

Las tesis de la nueva y desesperada narrativa conservadora se respaldan más en evocaciones de un sentido común subjetivo que en apreciaciones categoriales estudiadas e investigadas. Esta posverdad pobre y sin sustancia quiere reducir noviembre de 2019 a una movilización social que por sí sola indujo la renuncia de un presidente. Una sobresimplificación que intencionadamente aparta de sus argumentos la presencia desequilibrante, en el escenario político, del poder militar y policial decisivo en aquellos días. Este factor de fuerza ya accionado causó Senkata y Sacaba para sostener al gobierno No-Constitucional.

Hoy instrumentalizan con urgencia desesperada las palabras discursivas de David Choquehuanca, él expuso códigos de paz y convivencia de nuestras culturas originarias, códigos que hablan de complementariedad. Los noviembristas nunca le procuraron su atención y aún hoy no lo entienden, pero creen escuchar en esa voz un resguardo que les confirme impunidad por lo hecho y obrado en noviembre de 2019.

https://www.la-razon.com/voces/2020/12/06/desfigurando-el-debate/