Por María Silvia Trigo /Brújula.- Después de seguir las actividades de cada uno de los candidatos durante 38 días, supuse que la victoria del MAS sería indiscutible: mientras un candidato se dedicó a hacer videos (en un país donde casi el 40% de la población no tiene internet) y el otro confió en caravanas y milagros, el candidato del MAS habló con el país.
Luis Arce se reunió con federaciones campesinas, mineros, artistas, visitó ferias y mercados. Fue a todo el país, al campo y a las ciudades. Para graficarlo en una imagen: Carlos Mesa estuvo en las pantallas, Luis Fernando Camacho en caravanas saludando desde una camioneta y Luis Arce hizo caminatas y concentraciones.
Según lo publicado en sus redes sociales, el candidato del MAS estuvo en 51 actos de campaña desde el 6 de septiembre, el de Creemos en 43 y el de Comunidad Ciudadana ocho, argumentando que cumplía con las recomendaciones de seguridad sanitaria. Arce fue a ciudades y al área rural, Mesa solo visitó las capitales del eje central y Camacho estuvo en todos los departamentos, pero se enfocó en Santa Cruz y sus provincias.
Obviamente la paliza del MAS no responde solo a una buena campaña, tienen otros méritos y sus opositores otros errores (y al revés). El gobierno de transición pudo haber hecho intentos de reconciliación, pero les ganó el deseo de venganza.
Fue muy cómodo creer que el 70% de la población no quería que vuelva el MAS y que esos votos irían para el segundo candidato. Solo tenemos una certeza ahora: la mayoría quiere que el proyecto de país del MAS continúe. Lo de 2016, que fue interpretado como una victoria de la oposición, fue un grito contra el abuso de poder y el irrespeto a la institucionalidad. Ojalá ahora se entienda.
Que después de esta elección no queden dudas de que Bolivia es mucho más grande y diversa de lo que vemos en las redes sociales o en una caravana de 20 cuadras. Hay país más allá de nuestras narices. Los políticos han demostrado que no aprenden lecciones, que esta vez aprendamos los votantes: hay que hacer el esfuerzo de entender al otro, especialmente al que piensa diferente.
El MAS, contrariamente a lo que algunos creían, es mucho más que el evismo y no hay fuerza política capaz de hacerle sombra. Tienen la oportunidad histórica de estar a la altura. Que lo del año pasado sea un baño de humildad y autocrítica, que tanta falta les hacía. Que en vez de buscar revancha busquen consensos y tiendan puentes. Que nunca más ninguneen a la otra mitad.
Los demás tienen cinco años para planificar un proyecto de país en serio y no buscar alianzas pegadas con chicle a último momento pensadas en sus propios intereses. Urge renovar la clase política y la forma de hacer política, que no basta con ser nuevo si se tienen las mismas malas mañas de los viejos.
María Silvia Trigo es periodista.
https://brujuladigital.net/opinion/la-oposicion-al-mas-nunca-entendio-al-pais
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