Por Gustavo Veiga/ Página 12.– Hasta hace un año Luis Arce Catacora miraba la ciudad de La Paz desde el piso 21° de su despacho como ministro de Economía. Observaba con nitidez la cumbre nevada del Illimani de 6.460 metros. Hoy está a punto de volar mucho más alto. Si los resultados oficiales confirman las encuestas de boca de urna que lo dan ganador de la presidencia de Bolivia en primera vuelta, tendrá que ver la realidad de su país con una visión más totalizadora. Una nación que retrocedió en todos los índices durante el proceso golpista que llevó al gobierno a la senadora Jeanine Añez requiere de cambios profundos.
El candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) y heredero político de Evo Morales cumplió 57 años el 28 de septiembre. Es un economista de sólidos antecedentes académicos que no reniega de su formación marxista y que durante su gestión fue elogiado por un medio como The Wall Street Journal. Le atribuyeron ser el creador del milagro boliviano, aunque él no cree en milagros y sí en el trabajo de equipo.
“¡Somos mayoría, carajo!”, arengó en el cierre de campaña de El Alto, bastión de su fuerza política y rodeado de miles de militantes en un acto tan colorido como su gorro coya de lana roja. A su lado estaba David Choquehuanca, su ex compañero de gabinete como canciller y ahora quien completa la fórmula. Lucho Arce es resiliente de una enfermedad muy complicada: tuvo cáncer de riñón del que se trató en Brasil y salió recuperado. De hablar pausado y didáctico, con cierto tono doctoral suele explicar las variantes de la Economía que convirtieron a Bolivia en un ejemplo de eficiencia que elogió hasta el FMI, muy a su pesar.
El modelo
Él no se atribuye solo el éxito del proyecto que -según comenta-, se instaló en 2005 “junto con Carlos Villegas, que ya no nos acompaña en este mundo”. Los dos llevaron adelante el autoproclamado Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo. El candidato a presidente fue ministro de Evo en dos períodos: el primero y más extenso desde el 23 de enero de 2006 hasta el 24 de junio de 2017 y el segundo fue interrumpido por el golpe de Estado. No llegó a completar un año entre el 23 de enero y el 10 de noviembre de 2019 en que la derecha depuso a Morales con el respaldo de las fuerzas armadas y la policía.
Este periodista lo entrevistó dos veces, una en su despacho cuando estaba al frente del ministerio y otra por teléfono, cuando su gobierno ya había sido derrocado y empezaba el tortuoso camino del regreso. Arce no es de esos profesionales que hacen economicismo, que explican en lenguaje insondable las distintas corrientes académicas. Habla de manera llana, para que lo entienda cualquiera que no tenga los rudimentos básicos de la economía.
“Imagínese que en 2005, cuando estábamos presentando un programa en el que decíamos que íbamos a cambiar el modelo neoliberal, que íbamos a nacionalizar, que el estado iba a tener una mayor participación en la economía, se dará cuenta el debate que hubo ahí. Nos decían dinosaurios, nos decían retrógrados, pero pasó el tiempo y los dinosaurios no fueron tan dinosaurios porque pusimos la economía al servicio del pueblo”, explicaba allá por octubre del año pasado.
El hombre que aspira a devolverle el poder al MAS se formó en la Facultad de Ciencias Económicas y Financieras de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), donde egresó en 1991. Entre 1996 y 1997 consiguió un Master en Ciencias Económicas de la Universidad de Warwick, en Coventry, Inglaterra. Su carrera profesional la hizo en el Banco Central de Bolivia (BCB) entre las décadas del ‘80 y ’90 mientras combinaba esa actividad con su labor académica. Pasó por los auditorios de varias universidades prestigiosas donde brindó conferencias, desde Harvard a la UBA. Pero ya como funcionario intercaló esas experiencias con talleres de capacitación sindical para mineros y otros espacios colectivos de trabajadores.
Como integrante de los diferentes gabinetes que Evo armó en catorce años, solo lo superó en continuidad el ministro de Educación, Roberto Aguilar. Y cuando se alejó fue por la enfermedad que le diagnosticaron. Tuvo que radicarse en Brasil para su tratamiento. Cuando regresó a Economía continuó con la distribución de un ingreso que había ensanchado la base de incluidos. Llevó adelante entre otras medidas, el bono Juana Azurduy contra la mortalidad infantil donde a los niños se los cuida hasta los dos años de vida y el bono Juancito Pinto que apunta a reducir la tasa de deserción escolar.
Pero Arce destaca otro instrumento que colocó a Bolivia entre las economías más eficientes e igualitarias de Latinoamérica: “La ley de servicios financieros donde a los bancos les dijimos: señores, ustedes el 60 por ciento de sus carteras me lo dirigen a crédito productivo exclusivamente y de vivienda de interés social. Con el 40 por ciento hagan lo que quieran”. Cuando sintetiza su pensamiento económico destaca: “Nosotros hemos puesto la economía al servicio del pueblo, es simple. Escuchar, entender y ejecutar lo que el pueblo necesita y quiere”.
Ahora tendrá muchas dificultades que superar si llega a la presidencia. Ya lo anticipó hace unos meses cuando volvió a La Paz y una fiscal lo notificó en el aeropuerto de que le habían iniciado una causa por “incumplimiento de deberes”. Sabe que la economía se fue cayendo a pedazos, que el trabajo de catorce años por agilizar el crecimiento económico, reducir la pobreza y mantener la tasa de desempleo más baja de la región se deshicieron con el régimen golpista y la pandemia. Según el Banco Mundial, la recesión provocará en 2020 una caída del 5,9 por ciento del PBI. Ese es uno de los desafíos que deberá enfrentar, el que se acerca más a su campo de conocimiento, pero no el único.
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