Voto útil, pero a la inversa, Por Yuri Torrez

La cruzada conspirativa previa al golpe de Estado, el 10 de noviembre de 2019, fue consecuencia de un conjunto de acontecimientos que respondían a una misma lógica desestabilizadora. En esa estrategia, Carlos Mesa, candidato presidencial de Comunidad Ciudadana (CC), fue una pieza clave del complot y momentáneamente se convirtió en el candidato de la oligarquía cruceña que, al carecer de un candidato propio, hizo campaña por él para que derrote a Evo Morales. Así, nació el discurso del “voto útil” a favor del candidato de CC, pero, a la vez, le convirtió en un peón movido por el entonces presidente del Comité Pro Santa Cruz (CPSC), Luis Fernando Camacho.

La noche de las elecciones, sin saber exactamente los resultados oficiales, Mesa salió a la palestra mediática para proclamar la segunda vuelta y convocó a la población a “cuidar el voto” que desembocó en la quema de tribunales electorales. Días después, esgrimió el discurso del fraude electoral y se alineó a las directrices del CPSC. Consiguientemente, Mesa devino en “rehén” de otros. 

Cuando Mesa asumió una postura moderada, ya era tarde. En el decurso de los acontecimientos, la postura maximalista fue arrastrando peligrosamente a la moderada. Mesa nunca tuvo iniciativa y tampoco asumió para él los votos conseguidos quizás porque consideraba “votos prestados”, especialmente los de Santa Cruz. Así, se engendró el complejo del “alquiler de votos”.

Como en el pasado, una vez más, Mesa quedó atrapado, en los tentáculos de Camacho. Perdió su liderazgo de opositor conseguido amén a las elecciones de 2019. Mientras, Camacho convocaba a los propios adherentes de Mesa a manifestaciones “cívicas” con un discurso antipartidario.  O sea, el candidato de CC tenía la gran oportunidad de salir como ganador de ese entuerto político, entre otras cosas, si hubiese aceptado la segunda vuelta que le hubiera beneficiado, más aún en un ambiente signado por el discurso de la supuesta trampa electoral que salpicaba al gobierno de Morales. Pero, Camacho le asustó y Mesa se arrinconó.

Era un escenario trazado por Camacho. A él no le interesaba el informe de auditoría de la OEA, simplemente por dos razones: si el informe decía que no hubo fraude, Morales tenía el camino expedito para su cuarto mandato, pero dijo que existió irregularidades en las elecciones, entonces se abrió la posibilidad de una segunda vuelta. En ese escenario, Mesa sería el gran beneficiado amén a esta movilización que puso en vilo al gobierno del MAS. En suma, a Camacho no le convenía ninguna de esas opciones: Morales o Mesa. Por eso insistió en nuevas elecciones quizás porque en esos comicios ya “no prestaría” votos a nadie. Así, Mesa quedó descolocado. Con el distanciamiento entre Camacho y Mesa se reforzó la postura radical que apostó al “todo o nada”, a la salida que conducía a la ruptura constitucional, en la cual Mesa paradójicamente fue parte del engranaje golpista. ¿Camacho, a quién puso a jaque? A nadie, simplemente pateó el tablero. Allí no solo Morales o Mesa perdieron, sino la democracia.

Un año después, ante la declinación de la presidenta transitoria, Jeanine Áñez, al ruedo electoral, esos votos no irán automáticamente a reforzar el caudal de votos de Mesa, sino de Camacho, hoy candidato, especialmente en Santa Cruz y el Beni. Además, la oligarquía cruceña nunca vio al expresidente como su opción, hoy apuestan que el voto útil sea para Camacho. Entonces, en este escenario quizás el gran perdedor sea Mesa.

Yuri Tórrez es sociólogo.

https://www.la-razon.com/voces/2020/09/28/voto-util-pero-a-la-inversa/