«Por consecuencia de esta enfermedad ‘han caído’ más de 100 médicos enfermos con COVID-19, son aproximadamente 140 los profesionales en salud. Otro similar números en enfermeras, biotecnólogos, técnicos, los trabajadores de limpieza, estamos hablando de aproximadamente 400 profesionales en salud que están soportando el peso de esta desgraciada enfermedad», explicó el director del Instituto del Tórax, Édgar Pozo.
Indicó que no se oponen a brindar apoyo en la atención de la pandemia, pero aclaró que requieren que se les brinde tanto el material de bioseguridad como los equipos necesarios para que puedan atender a los pacientes, elementos que por ahora no tienen.
Los respiradores son de los equipos más urgentes para tratar a los pacientes críticos, pero varios de los entregados, incluso los últimos dotados por la Central de Abastecimiento de Insumos en Salud (CEAS), dependiente del Ministerio de Salud, hace unos cinco días, no pueden ser utilizados porque, según el galeno, no son aptos para ese trabajo.
«Al Hospital del Tórax se le ha dado en tres oportunidades equipos de ventilación pulmonar, y en las tres tuvimos que rechazar porque no correspondían a un nivel de atención como son las Unidades de Terapia Intensiva (…) Los pacientes se están muriendo por falta de oxígeno, porque en muchos casos un equipo de ventilación no está funcionando».
Los últimos en ser entregados son ventiladores chinos de «marca desconocida», dijo Pozo. «El equipo de electromedicina ha declarado a estos ventiladores con los siguientes términos: son equipos con fallas en el software, deficiencias en los nanómetros de presión, no reúnen las condiciones técnicas ni ambientales para su uso en terapia intensiva, son equipos de baja gama, no cuentan con el sistema de calibración para el control de los sensores internos y tienen fallas importantes en las pantallas cuando el equipo es encendido y apagado».
Reclamó que el Gobierno aparentemente no pide el asesoramiento de profesionales del área para adquirir los respiradores, indispensables para salvar la vida de los pacientes con COVID-19. Aplicar un ventilador defectuoso puede complicar más la salud del enfermo.
Los profesionales solicitaron atención inmediata, pues por la vigencia de la Ley 1159 del Servicio Único de Salud (SUS), tampoco pueden percibir recursos propios que les permitan equiparse, y tampoco el Estado entrega el dinero por este servicio a todos los nosocomios.
El médico intensivista y representante de la Sociedad Boliviana de Medicina Crítica, Adrián Ávila, relató, al borde del llanto, la complicada situación que enfrentan los médicos, pues además deben lamentar varios decesos en el personal de salud.
«Hay que entender que el problema es más de base, nos falta infraestructura, no es cuestión de traer un ventilador y es sinónimo de una cama en terapia intensiva. A este equipo hay que sumarle un catre especializado, monitores, bombas de infusión, un equipo de aspiración, además hay que sumarle un intensivista, la licenciada en terapia intensiva y otros. Hay ventiladores entregados que no están funcionando porque no hay espacio», contó Ávila.
Los médicos tienen temor de usar estos equipos pues hay reportes de Cochabamba de que dejaron de funcionar en medio proceso.
En referencia a los ventiladores de fabricación china que fueron adquiridos por el Gobierno en abril, y que aparentemente serían los mismos a los que se hace alusión en la denuncia, la ministra de Salud, Eidy Roca, informó la pasada semana que un 7% de los 324 adquiridos presentan desperfectos, pero que serán reparados porque cuentan con la garantía.
La Defensoría del Pueblo denunció que en varios departamentos se reportó que estos equipos chinos no funcionan y pidió una investigación, pues también existe una denuncia de sobreprecio. Salud admitió que cada equipo costó $us 35.858, pero negó los presuntos hechos de corrupción.
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