Áñez, Mesa y Arce, su destino

Por Rubén Atahuichi / La Razón.- Cuánto impacto tendrá la obsesión  de la presidenta-candidata Jeanine Áñez con Carlos Mesa, se sabrá en las elecciones de octubre. Cuánto pesará la pésima gestión de la cuarentena y la corrupción en la candidatura del oficialismo, ese domingo 18 lo develará. Cuánto influirán las nuevas acusaciones de estupro contra Evo Morales sobre Luis Arce, el voto de los bolivianos lo dirá.

A poco más de un mes de las elecciones por fin blindadas para el 18 de octubre, la encarnizada lucha política por el poder acaba de ingresar en su fase más crítica. Lo sabe la candidata de Juntos, que ha comenzado a usar cada espacio público para pretender diferenciarse de los demás, para hablar fuerte y  exponer el color de su sigla en horarios de oficina.

Si bien no ha dejado de señalar “los 14 años de dictadura del MAS”, su fijación por Mesa es especial, y en los últimos días ha sido muy recurrente. Mesa es su objetivo, para escalar a un lugar preferente para una eventual disputa electoral con Arce.

Si bien ha agotado los adjetivos, lo más destacado que dijo de Mesa es que al expresidente le falta coraje, que es cómplice del MAS, que es un tibio y que se esconde en situaciones complejas para el país.

También recalcitrante crítico del MAS, Mesa, por su lado, no ha dejado de cuestionar las acciones de Áñez desde que ésta decidió ser candidata. Consideró que con su decisión ella validaba la tesis del golpe de Estado que la endilgan sus adversarios del pasado gobierno.

Lo último que dijo de la candidata de Juntos fue que la decisión del posconfinamiento no fue adecuada e insinuó que la mandataria deje de hacer proselitismo político y que parece continuar la corrupción.

Y desde su discreción, Arce no apunta a Mesa, sí a Áñez, de quien, además de llamarla presidenta de facto, cuestiona su gestión, el derrumbe de la economía y la corrupción en tiempos de la emergencia sanitaria por el COVID-19.

Aunque algunos de los tres tienen afinidad ideológica, ahora son agua y aceite. Es tiempo de elecciones y hay que marcar diferencias. Una se muestra libre de todos los males, otro se expone un estadista y el otro se siente el salvador de la grave crisis en que desembocará el virus en el país.

Son los tres candidatos con más posibilidades, a juzgar por las encuestas públicas e internas. Pero dos de ellos están lejos de la tercera candidatura, y con opciones de disputar el poder en segunda vuelta.

A Áñez le va a pesar el desastre que está dejando el nuevo coronavirus, no solo desde el lado del suplicio de la población, sino desde la misma gestión de la emergencia: respiradores que llegaron tarde o que no llegaron frenados por sospechas de corrupción, politización y judicialización de la emergencia y malas decisiones.

Aunque prudente ante las agresiones de Áñez, Mesa denota nomás una tibieza a la hora de actuaciones cruciales; es su impronta política. Su pasado de presidente dimisionario y “limosnero” puede jugarle en contra. No tiene el mismo respaldo de octubre del año pasado y muchos creen que perdió su oportunidad al desahuciar esas elecciones que quizás pudieron haberle sido favorables en la segunda vuelta.

Arce acaba de ser desportillado por los últimos bloqueos endilgados al MAS y por el caso de presunto estupro con que los detractores de Evo Morales lo apuntan. Aunque el nicho electoral de su partido se mantiene firme, las clases medias que ven en él una opción, pueden cambiar de parecer.

El destino de los tres, a pesar de las preferencias, es complicado. Habrá que ver, sorpresas siempre dieron los electores en momentos cruciales.

Rubén Atahuichi es periodista.

https://www.la-razon.com/voces/2020/09/02/anez-mesa-y-arce-su-destino/